Invertir es un acto de fe y confianza, que en ocasiones, responde más a la intención de influir en el entorno para ponerlo a favor o sacarle provecho, que a esperar que soplen vientos favorables para emprender cualquier proyecto.
El reciente anuncio del grupo empresarial venezolano Sambil, de continuar su expansión internacional con la renovación y actualización un centro comercial en Madrid, España, posee un elemento diferenciador de las anteriores inversiones internacionales realizadas por Sambil en Santo Domingo, República Dominicana, Curazao y Puerto Rico.
¿Por qué? Porque en España hay una crisis económica profunda, y la lógica del ciudadano común, pudiera indicar que no es el mejor momento para invertir. Sin embargo, aunque oficialmente no conozco la exposición de motivos de la familia Cohen para hacer esta compra en España, es posible especular, apoyado en los estudios de los patrones de inversiones de las empresas visionarias, que la decisión es absolutamente razonable.
“Invertir en épocas de crisis, para ganar en épocas de bonanzas” es una frase, posiblemente trillada, pero con más vigencia que nunca. Las crisis no son eternas y en caso de serlo, entonces dejan de ser crisis y dentro de los negocios se generan los anticuerpos que hacen que la anatomía empresarial empiece a hacerse inmune a la crisis, o por lo menos a campearlas, sobrellevarlas y sacarles provecho.
El Grupo Sambil, es el mayor operador de centros comerciales en Venezuela. El centro comercial que manejara en Madrid contará con más de 200 locales comerciales y espera generar alrededor de 2 mil empleos directos, según se señala en el sitio oficial del grupo en Internet.
“La fórmula de gestión, administración y comercialización llevada a cabo por la organización Sambil ha tenido un gran éxito en el mercado venezolano durante más de 50 años y espera que esta primera inversión en España tenga la misma aceptación y abra la puerta a nuevos grupos inversionistas Latinoamericanos”, anunció el conglomerado.
Este mismo análisis es aplicable a las decisiones del magnate mexicano Carlos Slim, quien acaba de adquirir a través de su inmobiliaria Carso, 439 inmuebles destinados a sucursales bancarias por un precio de 428.2 millones de euros, activos que pertenecían al grupo Caixa Bank de España, pese a que según la prensa europea al hombre considerado más rico del mundo no le fue muy bien este año en Europa.
Conclusión: invertir es un acto de fe y confianza, que en ocasiones, responde más a la intención de influir en el entorno para ponerlo a favor o sacarle provecho, que a esperar que soplen vientos favorables para emprender cualquier proyecto. Invertir es arriesgar calculadamente, un acto en el que se puede ganar (y todos apuestan a ganar), pero que también existe la posibilidad de perder. Lo importante es el largo plazo, el horizonte, el balance en períodos de tiempo prolongados.
Miguel Pérez Abad