La detención de dos venezolanos en París en el 2020, por llevar un centenar de dediles de cocaína, puso en la mira una red transnacional de tráfico de drogas que utiliza “mulas”, conecta cinco países y tres continentes: Venezuela, Brasil, Surinam, Guayana Francesa, Nigeria y Europa.
“La comida, la comida es la razón por la estoy aquí. Por la comida decidí hacer el viaje. Estaba pasando por una situación muy difícil”, dijo Marvin*, un caraqueño con tres hijos pequeños, a quien le ofrecieron 5 mil dólares por llevar la droga a Europa.
La emergencia humanitaria compleja de Venezuela, que tiene en la pobreza extrema a 80 % de la población, ha sido aprovechada por las organizaciones de crimen organizado que captan “mano de obra vulnerable” para sus actividades ilícitas.
Desde 2018 hay reportes de venezolanos reclutados por grupos guerrilleros colombianos, bandas de narcotraficantes brasileños o redes mexicanas de trata de personas. Pero la presencia de una mafia nigeriana en este ecosistema de “pirañas” criminales, que rondan a la población más desvalida, es sin duda un hallazgo llamativo. Muestra además de que se trata de un patrón identificado por esta investigación.
Aunque el tráfico de drogas de forma intraorgánica es una práctica casi olvidada por los grandes carteles –que utilizan principalmente embarcaciones, narcosubmarinos y aviones– esta modalidad sigue siendo empleada por estructuras criminales pequeñas, pero muy poderosas, que se valen de la fragilidad de los potenciales “pasantes de droga”.