BUENOS AIRES. Con el inicio del verano en el hemisferio sur, los ciclistas en toda la capital argentina parecían ansiosos por recorrer las calles y disfrutar del calor. Eso habría significado buenas noticias para los fabricantes y las tiendas de bicicletas en toda la ciudad, pero han aparecido varios baches en el camino.
Cierta disfunción económica ha saboteado cualquier potencial auge ciclista.
Sin embargo, en un rincón de la fábrica de bicicletas Musetta, en los suburbios de Buenos Aires, acumulan polvo varias cajas de cartón con bicicletas de montaña ensambladas parcialmente y que no se pueden vender: les falta un pedal, un asiento o el manubrio.
No es un caso aislado. En la tienda de bicicletas Nodari Bikes, el inventario se está agotando.
Los líderes sociales han tratado de hacer de Buenos Aires una ciudad amigable para los ciclistas, pero en el camino se interpuso una iniciativa del gobierno: prohibiciones proteccionistas a la importación, para tratar de estimular la producción nacional, han estrangulado el suministro de todo tipo de productos, desde plátanos hasta medicamentos bajo receta.
Promulgadas por el gobierno federal el 1 de febrero, las nuevas leyes bloquean o restringen la importación de unos 600 productos y exigen a las empresas extranjeras que se asocien con fabricantes locales.
Las leyes han ayudado a que repuntara la capacidad de fabricación nacional argentina, además de que han reducido el desempleo y han mejorado la balanza comercial. Sin embargo, también han hecho que muchos productos sean difíciles de encontrar, haciendo que los precios aumenten.
Para los ciclistas, eso ha significado menos bicicletas disponibles, pues el negocio depende principalmente de piezas fabricadas en el extranjero.
Los negocios de bicicletas «siguen vendiendo lo poco que les queda y esperando a ver qué van hacer», dijo Claudio Nodari, propietario de una de estas tiendas. «Es una lástima… El ciclismo estaba creciendo, era un momento de oportunidad», agregó.
AP