La Organización de Naciones Unidas advirtió este martes que los sirios están «perdiendo la esperanza» al agravarse la guerra en el país, con las perspectivas diplomáticas estancadas y la ayuda internacional cortada.
Las últimas conversaciones del enviado especial de la ONU, Lakhdar Brahimi con el presidente sirio Bashar al Asad no denotaron voluntad alguna de negociar por parte del régimen, según diplomáticos, y existen síntomas crecientes de una guerra sectaria en la oposición contra Asad.
La ONU tuvo que cortar el envío de alimentos que provee a 1,5 millones de sirios por falta de fondos, y John Ging, un alto funcionario de la organización, dijo que «la comunidad humanitaria en Siria está en dificultades».
Con cuatro millones de personas en situación precaria en el país y más de 500.000 refugiados registrados en el exterior «se hace cada vez más difícil hacer solamente las cosas más elementales para ayudar a la gente a sobrevivir», dijo Ging, director de operaciones de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU.
«La gente está perdiendo la esperanza porque solo se ve más violencia en el horizonte, solamente se avizora más deterioro», agregó.
Disponiendo de apenas la mitad de los fondos comprometidos por países miembro, la ONU lanzó su mayor campaña para recaudar 1.500 millones de dólares el año próximo.
Con un saldo de víctimas mortales que supera ya las 44.000, según activistas sirios y otro duro invierno que se aproxima, las esperanzas de una solución diplomática del conflicto son virtualmente inexistentes.
«No vemos ninguna perspectiva del fin de la violencia o de que pueda comenzar un diálogo político» efectivo, dijo el jefe de la ONU Ban Ki-moon, antes del último viaje a Damasco de Brahimi esta semana, que dio pocas señales de un cambio de actitudes.
«Asad parece haber puesto a Brahimi contra la pared nuevamente, el Consejo de Seguridad de la ONU, no está ni siquiera cerca de mostrar al enviado el apoyo que necesita y los rebeldes no están abiertos a un compromiso actualmente», dijo un diplomático del organismo ejecutivo de Naciones Unidas.
Rusia y China vetaron tres intentos del Consejo de Seguridad por aprobar una resolución que presione a Asad con una amenaza de sanciones. Los miembros occidentales del Consejo afirman ahora que no tiene sentido seguir por este camino.
Ban se hace eco ahora de las crecientes advertencias de la ONU de que la evolución del conflicto que ya lleva 21 meses, lleve a «atrocidades sectarias».
«Existe un riesgo creciente de que las comunidades civiles, incluidas las alauitas y otras minorías a las que se asocia al gobierno, sus fuerzas de seguridad, milicias y aliados, sean objeto de ataques de represalia a gran escala», dijo Adama Dieng, Representante especial de la ONU para la prevención de genocidios.
Brahimi «ha luchado por encontrar la forma de reunir al régimen y a los rebeldes», según Richard Gowan del Centro de cooperación internacional de la universidad de Nueva York.
Gowan admitió sin embargo que Brahimi deberá diseñar una serie de «Planes B».
El «improbable mejor escenario» sería que Asad aceptara su derrota y el enviado de la ONU tuviera que negociar su partida, dijo Gowan. La ONU ya tiene planes de contingencia para el envío de una fuerza de paz si ello sucediera.
«Si, como parece más probable, Asad y su aliados luchan hasta la muerte», la segunda opción de Brahimi es urgir a los rebeldes a mostrar moderación en su triunfo y organizar rápidamente la ayuda y negociaciones políticas como lo hizo en Afganistán luego de 2001, adelantó Gowan.
«La última opción evoca el ‘caso Somalia'», señaló.
«Si se produce un colapso generalizado, sus prioridades serán lograr que todas las facciones acepten la ayuda humanitaria, así como minimizar el riesgo del uso de armas químicas y crear mecanismos alternativos para dialogar y llegar a un eventual acuerdo de paz». «Cuantos más planes de contingencia tenga a disposición, mejor será», subrayó Gowan.
Tim Witcher /AFP