Menos de ocho horas después de su elección en el Parlamento, la nueva primera ministra sueca, Magdalena Andersson, tuvo que dimitir este miércoles tras el fracaso de su presupuesto y la retirada de sus aliados ecologistas del gobierno.
“Hay una práctica constitucional según la cual un gobierno de coalición dimite cuando un partido se va. No quiero dirigir un gobierno cuya legitimidad está en entredicho”, declaró la dirigente socialdemócrata, añadiendo que esperaba ser reelegida en una próxima votación.
Elegida durante unas horas la primera mujer en ese puesto, tras varios días de arduas negociaciones, el miércoles sufrió un duro revés.
El martes por la noche, la economista y exnadadora, hasta ahora ministra de Finanzas del gobierno del primer ministro saliente Stefan Löfven, logró in extremis un acuerdo con el Partido de Izquierda, el último apoyo que le faltaba para dirigir el gobierno.Pero los problemas empezaron cuando el Partido del Centro anunció que no apoyaría el presupuesto del gobierno debido al pacto con la formación de izquierdas.
Resultado: el mismo Parlamento que la había elegido por la mañana puso su propuesta presupuestaria en minoría por la tarde, y adoptó el de la oposición de derecha, preparado por primera vez con un partido de extrema derecha.
Andersson dijo que podría afrontarlo. Pero su aliado ecologista, único partido de la coalición gubernamental minoritaria, dijo que era inaceptable gobernar con una ley de finanzas con la marca de la extrema derecha.
Poco después del fracaso con el presupuesto, el partido ecologista anunció la salida del gobierno, lo que obligó a Andersson a dimitir.
El presidente de la Cámara, Andreas Norlén, indicó que aceptaba su dimisión e iba a ponerse en contacto con los jefes de los partidos, antes de decidir el jueves cómo proceder.