La venezolana Yulimar Rojas superó un nuevo récord mundial de 15,74.
Hace magia sobre el foso. Cada zancada de Yulimar Rojas en el pasillo le permite orquestar un conjuro con el que ya ha hechizado la prueba de triple. En Belgrado continuó ese encantamiento.Y lo hizo en un último salto de ensueño, cuando había hecho ya dos nulos larguísimos en su concurso. Entonces, decidida a no irse de Belgrado sin hacer historia, Yulimar lo volvió a hacer. Pidió palmas, encaró el pasillo y voló hasta los 15,74 metros para firmar otro récord del mundo, mejorando por mucho el 15,43 que también logró en su última tentativa en Gallur hace dos años.
Porque el oro ya era suyo, nada más empezar. Con su primer intento, la campeona olímpica y plusmarquista mundial le puso su nombre al título. Pese a que el tercer salto no resultó bueno, se fue hasta los 15,19 metros. Se acabó la final en lo que al oro se refería. Quedaban saber las atletas que la acompañarían en el podio.
Y por ese lugar luchó de inicio Ana Peleteiro, que se crece en las competiciones, aunque no haya cuajado su mejor temporada invernal. La española comenzó bien su concurso, con un salto de 14,30 -marca de la temporada-, con el que se colocó de forma provisional en la cuarta plaza.Pero, en una final de muchos quilates, la cubana Povea y la estadounidense Orji firmaron un mejor segundo salto, con el que adelantaron a la española, que con 14,08 en el nuevo intento bajó a la quinta plaza.
Mientras, Yulimar seguía con su varita mágica. Hizo nulo en el segundo, muy largo, y en el tercero, en el que no ajustó bien y se dejó mucha tabla, firmó 15,04.A partir de ahí, la final aún mejoró sus registros. Después de tres nulos, y ya en el último salto, la ucraniana Bekh-Romanchuk hizo 14,74, su marca personal. Peleteiro para entonces había hecho ya dos nulos sin opción de mejorar su registro.
El bronce fue para la jamaicana Williams, con 14,62 también en su últimos salto.Finalmente la española fue octava, con esos 14,30 como mejor marca del año para ella. «A veces se gana y a veces se aprende. Lo dejé todo en la pista pero no somos máquinas y a veces fallamos. He tenido cosas personales que te pueden afectar, pero he entrenado muy bien. A veces las piezas del puzzle encajan y otras no», aseguró gallega.