Cuando el 13 de enero el presidente Hugo Chávez, recuperado de las primeras operaciones contra el cáncer, pronunció un discurso récord de más de nueve horas en el Parlamento, pocos venezolanos imaginaban que cerrarían el año sin saber si la salud permitiría al reelecto mandatario seguir gobernando.
«Fue un año muy político, con dos elecciones muy importantes (las presidenciales de octubre y las regionales de diciembre), donde predominó la incertidumbre de la enfermedad del presidente Chávez, que se prolongará en el 2013», explicó a la AFP la historiadora Margarita López Maya.
«El año anterior (2011) terminamos pensando que el gobierno trató de hacer creer a una parte de la población que había un milagro y Chávez se había curado. Creo que hoy en día ya casi nadie piensa eso», agrega.
Chávez, en el poder desde 1999 y reelecto el 7 de octubre para un tercer período de seis años, volvió a estremecer al país el 8 de diciembre, cuando anunció otra recaída del cáncer que le fue detectado en junio de 2011 -cuya ubicación y gravedad se desconoce – y una nueva intervención de urgencia en La Habana, la cuarta en 17 meses.
Desde entonces, el mandatario no se ha comunicado con los venezolanos ni ha circulado ninguna imagen de él. El gobierno ha ido brindando información a cuentagotas, a través de escuetos comunicados en la televisión, sobre la «compleja» y «delicada» operación que le fue practicada el 11 de diciembre y sobre la evolución del post-operatorio, aunque sin mostrar un solo parte médico.
En Venezuela y en otras partes del mundo, miles de personas celebraron misas, cánticos y oraciones por su pronta recuperación, mientras el oficialismo mezclaba sus mensajes de apoyo al mandatario con los últimos actos de campaña para las regionales del 16 de diciembre, en las que el oficialismo venció en 20 de los 23 estados, arrebatándole cuatro a la oposición.
Pero lo que generó más incertidumbre entre los venezolanos fue el hecho de que Chávez, antes de partir a La Habana, designara al vicepresidente Nicolás Maduro su heredero político en caso de que él, que debe asumir el 10 de enero, quede inhabilitado para gobernar y se convoquen nuevas elecciones en 30 días, como marca la Constitución.
Un gesto inédito en un mandatario que jamás había insinuado la posibilidad de un sucesor y que dio lugar a todo tipo de rumores en la calle y las redes sociales sobre si podrá volver a gobernar y sobre el futuro político del país.
Además, en las dos últimas semanas de diciembre, a medida que el gobierno -que siempre ha tratado con mucho secretismo la enfermedad de Chávez- ha ido informando de su «ligera mejoría», se ha instalado un polémico debate entre oficialismo y oposición sobre si se puede postergar o no la fecha de toma de posesión y de si se deben convocar elecciones presidenciales.
«Todo pareciera indicar que están tratando de que se juramente, pero no se sabe cuánto tiempo después de eso esté en ejercicio», opina López Maya.
2012
Nadie duda que 2012 ha sido un año agitado en lo personal y en lo político para Chávez, un ex militar que desde 1992 hasta ahora ha sobrevivido entre otras cosas a dos golpes de estado -uno liderado por él ese año y uno en su contra en 2002-, a un paro petrolero que paralizó el país -también en 2002- y a un referendo revocatorio -en 2004-.
Pocas semanas después de ese larguísimo discurso de rendición de cuentas en el Parlamento, Chávez anunció en febrero una recaída del cáncer y partió a La Habana para someterse a una nueva intervención, la tercera tras las dos de 2011.
A ella le siguieron varios meses de idas y venidas a la capital cubana para someterse a ciclos de radioterapia, mientras los venezolanos, habituados a la presencia mediática casi diaria de Chávez, veían cómo el mandatario reducía cada vez más sus apariciones públicas -nacionales e internacionales- y llegaba a emocionarse hasta las lágrimas al pedirle a Dios que le diera vida, en una misa en Semana Santa.
Comenzó a comunicarse a través de twitter y de llamadas telefónicas a la televisión oficial, y el ‘Alo Presidente’ -el maratónico programa que el mandatario presentaba los domingos en Venezolana de Televisión (VTV)- quedó interrumpido.
Sin embargo, en julio, tras declararse «libre» del cáncer, se inició la campaña electoral para las presidenciales de octubre, que terminaría ganando con un 55% de los votos, gracias en parte al despliegue de varias ‘Misiones’ los millonarios programas sociales de ayuda a los más necesitados -su base electoral-, financiados con la renta petrolera de este país con las mayores reservas de crudo del mundo.
Semanas antes de las elecciones, Chávez aumentó el ritmo de sus actos electorales, e incluso llegó a hacer dos mítines por día, en los que hasta cantó y bailó, para contrarrestar, según los analistas, el apoyo creciente en las encuestas del opositor Henrique Capriles Radonski, gobernador del estado de Miranda (norte).
Este joven de 40 años pero con dilatada experiencia política había sido elegido en febrero de 2012 por la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), una variopinta coalición opositora, para tratar de derrotar al popular mandatario.
La enérgica campaña casa por casa que lo llevó a recorrer casi 300 pueblos en pocos meses no le bastó para derrotar a Chávez, pero lo convirtió en el adversario presidencial más sólido con el que ha tenido que lidiar el mandatario y en líder indiscutible de una oposición que llevaba años sin figuras principales.
A pesar de la severa derrota de las elecciones regionales, el liderazgo de Capriles salió fortalecido al ser reelecto en el populoso estado de Miranda, ante la posibilidad de próximas elecciones presidenciales adelantadas.
AFP