El papa Francisco presidió la celebración de la Pasión de Cristo en la basílica de San Pedro del Vaticano pero no se tendió en el suelo del templo para rezar, como se hace tradicionalmente en esta liturgia solemne.
El pontífice argentino, aquejado en los últimos tiempos de un dolor en la rodilla, accedió al templo en procesión y, tras llegar ante el altar mayor con un leve cojeo y sin báculo, rezó de pie y en silencio ante la tumba de Pedro, para luego sentarse en un sillón.
En los años anteriores el papa, de 85 años, se tumbaba completamente sobre una alfombra extendida en el pavimento de la basílica para rezar.
La Liturgia del Viernes Santo, en la que se conmemora el martirio y muerte de Jesús de Nazaret, es la única del año en la que no hay consagración, aunque sí comunión, y el papa la presidió en silencio junto al resto del clero vaticano, fieles y diplomáticos.