Sergio Rodríguez Gelfenstein
Revisar diariamente las páginas de la información internacional, dan cuenta de un mundo que se debate ante lo que se ha dado en llamar sanciones o, dicho de otra forma, el planeta debe forcejear ante la decisión imperial de hacer sufrir a los pueblos para imponer su verdad, en este caso la verdad del 11% de la población mundial que pretende imponer su sacro santo credo universal.
Ello ha ido acompañado por los intentos de crear un “sistema internacional basado en reglas”, por supuesto, las reglas que Estados Unidos decide y que todos deben acatar para sustituir al derecho internacional y a una Organización de Naciones Unidas inepta e incapaz de evitar la guerra, manejar la pandemia e impedir que las medidas coercitivas unilaterales ilegales (mal llamadas sanciones) se hagan carne del comercio mundial.
La OTAN incluso ha logrado poner a uno de los suyos como Secretario General de la ONU, al punto que, violando todo tipo de norma, Estados Unidos se ha atribuido la potestad de expulsar diplomáticos rusos acreditados ante el máximo organismo internacional. La complicidad de Antonio Guterres con su “alma máter” ha llevado a su total silencio ante la posibilidad de que, una vez que Rusia ha sido expulsada del Consejo de Derechos Humanos, ahora Estados Unidos intente excluirla del Consejo de Seguridad de la ONU como lo ha insinuado la subsecretaria del departamento de Estado de Estados Unidos Wendy Sherman en una audiencia en el Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes del Congreso..
La Unesco ha permanecido impasible ante las medidas unilaterales de organizaciones y países contra artistas, intelectuales y deportistas rusos. El Comité Olímpico Internacional (COI) que junto a la FIFA y la UEFA son asociaciones mafiosas de corruptos que hacen negocios con el deporte mundial, se han plegado a la OTAN poniendo en duda que el COI realmente sea una institución promotora de la paz y del reencuentro a través del deporte.
En materia financiera, la exclusión de Rusia del sistema swift, el robo de sus activos mediante la figura de sanciones, el congelamiento de sus reservas en el exterior, el cierre del espacio aéreo y de los puertos de la Unión Europea para aviones y barcos rusos, la suspensión de la asistencia técnica y suministro de piezas de los fabricantes de aviones estadounidenses y europeos a aeronaves de líneas aéreas rusas, van
exponiendo la forma como organismos internacionales como la OMC, la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial entre otras, dan muestras de su obsolescencia, en tanto trabajan solo para el 11% del planeta a fin de que éste le imponga sus reglas a la mayoría.
La Federación Agraria Alemana (DBV) prevé que haya “aumentos de precios para los productos alimentarios de una escala desconocida”. Pero a Washington poco le importa que los precios del petróleo, el gas, la electricidad, el trigo, el aluminio, el acero, el níquel entre otros insumos de primera necesidad se eleven a precios inconmensurables incrementando las penurias de los ciudadanos del mundo. Tampoco pareciera que le concierna que la estabilidad y nivel de vida de Europa, lograda tras casi cinco “esforzados” siglos de saqueo y robo de sus colonias en África, Asia, América Latina y el Caribe, se pongan en riesgo.
En lo que podría considerarse el más alto nivel de irracionalidad jamás alcanzado, hasta los gatos rusos fueron sancionados, imposibilitándole participar en concursos o ser sujetos de adopción.
En un arranque de sinceridad, el 1° de marzo pasado, el ministro de Economía de Alemania, Robert Habeck advirtió que las sanciones contra Rusia podrían causar un enorme daño a la economía global. Y alertó en el sentido de que: “No se pueden imponer a Rusia sanciones que el propio Occidente no podría soportar”.
Ese daño que según el ministro alemán, podría afectar a la economía global, ya está influyendo en América Latina y el Caribe. Las violentas manifestaciones en Perú como consecuencia del aumento de los precios de los combustibles son una clara expresión de ello. Otro tanto ha ocurrido en Paraguay. En Colombia, los productores de flores y en Ecuador los de banano, están comenzando a sentir el impacto generado por la pérdida de su mercado ruso. En Chile, tercer mayor consumidor de pan per cápita del mundo, el aumento del precio del trigo ha originado un detrimento no despreciable a la atribulada economía de los ciudadanos, sobre todo a los de menores recursos. Más allá de la casi estructural inestabilidad interna, tal vez Castillo sea el primer presidente que caiga como efecto de la guerra en Ucrania.
Por otra parte, los precios más altos de los alimentos y la energía, junto con la escasez de suministros tendrán un costo inmediato para economías de ingresos bajos y medianos como lo son las de América Latina y el Caribe. Además de los efectos globales, los países con exposición directa al comercio, el turismo y las finanzas sentirán presiones adicionales. De hecho, la CEPAL estimó a la baja el crecimiento de
la región para este año pronosticando un 2,3% desde un 2,7% que había estimado previamente. A más largo plazo, este conflicto podría alterar en sus cimientos el orden económico y geopolítico mundial si cambia el comercio de energía, se reconfiguran las cadenas de suministro, se fragmentan las redes de pago y los países reconsideran las tenencias de dólar como reserva. Aunque en una mirada opuesta, los países exportadores de petróleo como México, Venezuela, Ecuador, Trinidad y Tobago, Guyana y Brasil podrían beneficiarse de precios más altos.
En lo que a Venezuela respecta, la guerra en Ucrania ha tenido repercusión inmediata cuando una delegación del gobierno de Estados Unidos estuvo en Caracas, el pasado mes de marzo, siendo la de más alto nivel que ha venido al país en más de una década. Vale decir que, desde hace varios meses, lobistas estadounidenses han estado trabajando para “suavizar” las sanciones, señalando que para salir del atolladero energético, Washington debía recobrar lazos con Venezuela.
Además del tema energético, la delegación de Estados Unidos planteó la situación de ciudadanos de ese país detenidos en Venezuela, entre ellos seis ejecutivos de Citgo, la filial de la petrolera estatal venezolana PDVSA en Estados Unidos, presos desde 2017. Esta visita, también podría entenderse como una clara movida de contenido electoral de Biden de cara a los comicios de noviembre en Estados Unidos.
El presidente Maduro le dijo a la delegación de Estados Unidos que cualquier arreglo que se hiciera, debía partir por el levantamiento de las medidas coercitivas unilaterales, en especial contra PDVSA. Si así fuera, les dijo a los estadounidenses, Venezuela podría volver a producir 3 millones de barriles diarios de petróleo. Así mismo, Maduro ha estado en contacto con el presidente Putin, así como con los jefes de Estado de los países de la OPEP a fin de tomar decisiones para estabilizar el mercado.
No obstante, debe considerarse que el nuevo escenario mundial ha cambiado la situación de América Latina en general. En ese contexto, Venezuela en particular está siendo influida por esta nueva división mundial impuesta por Occidente. El presidente Maduro entendió esta situación y lo conversó con el presidente Putin en dos conferencias telefónicas sostenidas en febrero y marzo.
Por otra parte, el gobierno de Venezuela está considerando que la invasión rusa de Ucrania ha llevado a Washington a prestar más atención a los aliados de Rusia en América Latina, toda vez que la Casa Blanca estima que podrían convertirse en amenazas a su seguridad si se profundiza el enfrentamiento con Moscú. En esta lógica
también se inscribe el restablecimiento durante la primera semana de marzo del funcionamiento normal de la embajada de Estados Unidos en Cuba y sobre todo sus funciones consulares interrumpidas desde hace 4 años por el gobierno de Trump.
Pero el caso de Venezuela es especial si se valora el hecho de que además de ser socio estratégico de Rusia, es el país que guarda las mayores reservas mundiales de petróleo. Por ello, cuando Estados Unidos y sus aliados comenzaron a considerar sanciones a las exportaciones energéticas rusas para castigar al país por la operación militar en Ucrania, voces prominentes de los dos principales partidos políticos estadounidenses señalaron a Venezuela como un posible sustituto.
Esta visita generó un gran escándalo en Estados Unidos. Trish Regan, presentadora de Fox, expresó en Twitter: “Debemos considerar una forma de restablecer las relaciones con Venezuela, hogar de suministros masivos de petróleo”. En el Washington Post, Fareed Zakaria planteó desbloquear dos grandes fuentes de petróleo que actualmente no llegan al mercado proponiendo “suspender las sanciones del ex presidente Donald Trump a Venezuela e Irán”.
El viaje también ha significado airadas reacciones de los senadores Marco Rubio y Bob Menéndez quienes han considerado esta visita como una traición y han pedido a Biden no relajar las sanciones contra Venezuela.
Finalmente, como una secuela anexa de cara al futuro, habría que considerar que esta visita podría haber significado el inicio definitivo del desconocimiento de Guaidó por parte de la administración de Biden, lo cual tendría profundas consecuencias en el entramado intervencionista que Estados Unidos había construido en todo el mundo contra Venezuela, así como en las negociaciones que el gobierno del presidente Maduro ha iniciado con la oposición y que se están realizando en Caracas desde el mes pasado.
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