Todo el mundo se queja de la inseguridad y, sin embargo, a pesar de estarnos desangrando como país y de vivir acosados por el miedo, la mayor parte de la población, los familiares de todas esas víctimas votaron masivamente por los responsables de la gestión de gobierno que ha conducido a esta desgarradora situación
No es un cariñoso obsequio de Navidad ni deseos de amor y paz. Aumentaron otra vez las cifras. Más de 19.000 homicidios en el año 2012. A pesar de las grandilocuentes palabras de solidaridad revolucionaria, a pesar de varias decenas de planes de seguridad y de la pomposamente anunciada Misión a Toda Vida Venezuela, 52 venezolanos mueren asesinados todos los días. Cinco compatriotas pierden su vida cada dos horas, el 80% por balas.
El caso de Caracas es espeluznante. Tiene un ratio de homicidios de más de 100 muertos por cada cien mil habitantes. Es la tercera o cuarta ciudad más peligrosa del mundo, le sigue los pasos a Ciudad Juárez, famosa por sus enfrentamientos entre las bandas del narcotráfico. Las estadísticas marcan un acelerado crecimiento de la violencia a partir de 1998.
Todo el mundo se queja de la inseguridad y, sin embargo, a pesar de estarnos desangrando como país y de vivir acosados por el miedo, la mayor parte de la población, los familiares de todas esas víctimas votaron masivamente por los responsables de la gestión de gobierno que ha conducido a esta desgarradora situación. ¿Qué significa esta anomalía? ¿Qué nos pasa? ¿A qué se debe esta conducta destructiva?
Los estudiosos de la agresión anotan que la violencia está sometida a códigos y reglas y sigue regulaciones complejas, se ajusta a patrones de interacción social que tienen un significado ulterior. Hay psicólogos que han extendido la hipótesis de la frustración-agresión a la política y hablan de frustración sistémica, el grado de descontento por la insatisfacción de necesidades y la falta de cumplimiento de expectativas y deseos.
Pero, otra vez, si esa es la causa, por qué entonces los venezolanos aman y eligen a los propulsores del problema y a los causantes de la frustración. Debemos abandonar las hipótesis causales y pensar en teleología, en metas y fines. ¿Qué buscamos los venezolanos con tanta destrucción? ¿Cuál es el objetivo de este perverso modo de purga social revolucionaria?
Axel Capriles