Los habitantes de la urbanización Parque Caiza, de la parroquia Caicaguita, en el municipio Sucre viven desde, hace más de tres meses, un caos en materia de servicios públicos, afectando la normalidad de sus actividades cotidianas.
Sin agua
Esta comunidad, donde habitan más de 1.200 familias, hace peripecias para surtirse del vital líquido y poder satisfacer sus necesidades diarias de alimentación, higiene, limpieza, entre otras. El suministro de agua ha venido presentando fallas desde hace más de seis meses, situación que se agravó cuando, a principios de noviembre, dejaron de recibirla.
A fuerza de cisternas
Luego de reunirse con representantes de la alcaldia de Sucre, quienes alegan que el incumplimiento en el suministro se debe a labores de mantenimiento en el embalse «La Pereza», para garantizar que el agua esté limpia y sin malos olores, los cuales prevé solventar en los apróximos 25 días, los vecinos deben pagar un promedio de 10 dólares cada tres días para llenar sus tanques.
Marian Francheschi, vecina del sector, afirma: “la situación es crítica, cuando se dignaban a colocar el agua, esta venía sucia y nauseabunda, no apta para hacer las comidas. Luego dejó de llegar y ahora, tenemos semanalmente que surtirnos con cisternas que nos cobran 10 dólares, que debemos pagar a cotización del mercado paralelo, desequilibrando nuestro presupuesto”.
Apagones, a la orden del día
El servicio de electricidad también presenta fallas. Son constantes los apagones en la urbanización Mirávila, en especial cuando llueve, los cuales duran entre 2 a 4 horas aproximadamente. Carolina Villalonga, residente de la zona, señala: “en la semana tenemos de dos a tres interrupciones de luz, lo que nos ocasiona muchos inconvenientes. A muchos vecinos se les han dañado neveras, computadoras, lavadoras, etc., además de los portones del estacionamiento de los edificios”.
Telefonía e Internet se unen al caos
Comunicarse, en muchas ocasiones, es una misión imposible. El servicio de Cantv no es el más óptimo, luego de pasar algunos residentes por un demorado proceso de conexión, que duró en algunos casos más de un año, el resultado es una conexión intermitente y con grandes fallas. Víctor Arenas, vecino de esta comunidad comenta: “Me colocaron el teléfono hace 16 meses, para nada, es una suerte de jarrón chino, no funciona y la Internet fluctúa, lo que hace que la señal no sea estable”.
A esta problemática se le suma la del gas, cuya recarga presenta inconvenientes, ya que los camiones, en reiteradas ocasiones, tienen fallas mecánicas que impiden el suministro oportuno. Los huecos en la vida principales de acceso, la falta de alumbrado público en zonas oscuras y la poca vigilancia, terminan de configurar este escenario que, lejos de augurarle una feliz Navidad a este populoso sector, le genera angustia y desasosiego.