Por primera vez un país con posibilidades de convertirse en potencia regional, se transforma en satélite de una nación arruinada, que después de 54 años de revolución no produce ni siquiera jabón
Desde hace catorce años Venezuela se convirtió en una colonia de Cuba. Caso insólito, probablemente único en la historia del colonialismo mundial. Por primera vez un país con posibilidades de convertirse en potencia regional, se transforma en satélite de una nación arruinada, que después de 54 años de revolución no produce ni siquiera jabón, que importa 70% de los alimentos que consume y cuyos trabajadores perciben un salario mensual cercano a 30 dólares.
Según el PNUD, ese ingreso se encuentra muy por debajo de la línea de pobreza. A esa paupérrima nación el gobierno venezolano se ha subordinado hasta el punto de permitir que el Presidente haya sido, en los hechos, secuestrado, y que las decisiones políticas más importantes las adopten los tiranos que la dominan desde hace más de cinco décadas. Que se sepa, nunca antes un país había financiado y endiosado a su opresor. Hoy Cuba cuenta con un ejército de ocupación en el territorio nacional.
Los secretos de la enfermedad del mandatario venezolano solo los conocen los Castro, mientras en Venezuela únicamente circulan rumores y se escuchan esos mensajes cifrados, incompletos y confusos que leen el Vicepresidente, el Ministro de Información y el Ministro de Ciencia y Tecnología, designado para actuar como lazarillo del gobernante enfermo.
Nicolás Maduro fue nombrado sucesor de Hugo Chávez con la anuencia de los hermanos Castro. En estos momentos se discute allí la transición y se firma una especie de armisticio entre Maduro y Cabello, uno delfín de Chávez, quien ha construido su base de poder a partir de su lealtad incondicional al caudillo; el otro, hombre ambicioso que basa su fortaleza en la red que ha formado dentro del PSUV, el Ejército y varios grupos económicos.
Los hermanos Castro se aprovecharon de la idolatría adolescente que el mandatario venezolano siente por Fidel para retenerlo y teledirigir desde Cuba los destinos de Venezuela. Está claro que les interesa el petróleo. De los cien mil barriles que PDVSA les envía todos los días depende la sobrevivencia de una revolución caduca y sin ángel, que no sabemos con cuánto apoyo popular cuenta porque desde que los comunistas se instalaron en La Habana, nunca se han realizado elecciones libres con la participación de distintos partidos que representen diversas opciones ideológicas.
La tiranía aplastó a los adversarios e incluso a la disidencia que en algún momento se gestó dentro de las filas del Partido Comunista Cubano. Los partidos están proscritos y la Constitución prohíbe cualquier tipo de oposición al régimen comunista.
La “isla de la felicidad” se mantiene herméticamente controlada por el poderoso y terrorífico aparato de seguridad levantado por los déspotas.
La presencia invasiva de los hermanos Castro ha sido uno de los signos más ominosos del irrespeto permanente al que se ha visto sometida Venezuela desde 1999. La enfermedad de Chávez ha servido para mostrar el grado de vasallaje del régimen ante los Castro. Bajo su conducción se trató el cáncer en la isla antillana con los resultados que estamos viendo.
Los informes iniciales que se conocen muestran que la primera operación fue un fracaso total. Los médicos antillanos se equivocaron en el diagnóstico y en la terapia. Intervinieron al paciente contra todas las recomendaciones sugeridas por los especialistas de mayor experiencia. Luego vinieron las otras tres operaciones que apenas lograron aliviar lo que la primera había descompuesto o maltratado.
Todos los magnicidios inventados por Chávez para desviar la atención de los problemas nacionales y concentrar la mirada en su figura, fueron puras quimeras. Lo que sí resultó cierto fue que la impericia de las manos de los galenos cubanos le provocaron un daño que parece irreparable, Esta herida los hermanos Castro tratarán de disimularla.
La labor de ocultamiento no se agotará en maquillar el verdadero estado de salud del comandante ingenuo. Ahora intentarán impedir que su medicina aparezca como responsable del desastre creado.La presencia fantasmal de los Castro ha sido catastrófica. ¿Hasta cuándo la permitiremos?
Trino Márquez