La ministra de Educación Universitaria de Venezuela, Tibisay Lucena, ha fallecido este miércoles, una noticia que abrió el baúl de recuerdos asociados a esta mujer que durante 14 años presidió el Consejo Nacional Electoral (CNE), donde actuó como el heraldo de numerosas victorias del chavismo, varias de ellas cuestionadas por la oposición y otros países.
Aunque en sus últimos 18 meses de vida estuvo al frente de la cartera universitaria, Lucena, de 63 años, es recordada por sus boletines de medianoche anunciando resultados electorales, casi siempre a favor del oficialismo.
En el repertorio de memorias que deja la socióloga, destaca su afán por difundir exclusivamente tendencias irreversibles cada vez que se celebraban comicios, por lo que los venezolanos estaban obligados a esperar, a veces hasta la madrugada, a que ella anunciara a los vencedores de las contiendas. Su dictamen era palabra santa.
Con 18 elecciones organizadas bajo su mando, la cara de la rectora se volvió una de las protagonistas en el relato político del país, que creyó y apostó por la vía electoral para resolver conflictos, algunos de ellos cargados de protestas callejeras que se saldaron con varias decenas de muertos.
Solo en dos ocasiones Lucena salió a escena para anunciar derrotas del chavismo: en 2007, cuando el 50 % rechazó la propuesta de reforma constitucional impulsada por el fallecido Hugo Chávez (1999-2013), y en 2015, cuando la oposición se hizo con la mayoría calificada de la Asamblea Nacional (AN, Parlamento).
El resto de veces, su caminata desde la sala de recuento del CNE hasta el área de prensa era el augurio de un nuevo triunfo para la revolución bolivariana, que ganó la mayoría de alcaldías, gobernaciones y escaños para legisladores entre 2006 y 2020, lapso en el que promulgó cuatro victorias presidenciales del chavismo.
Mientras en la primera mitad de su gestión fue respetada por la mayoría de la oposición, luego de la muerte de Chávez, en 2013, su integridad empezó a ser cuestionada por el antichavismo, que fue escalando en sus señalamientos, sobre todo desde 2017, cuando organizó la elección de la Asamblea Nacional Constituyente, un proceso visto como fraudulento por adversarios del Gobierno y numerosos países.
En lo sucesivo, la rectora fue sancionada por Estados Unidos «por debilitar la democracia y los derechos humanos en Venezuela», mientras que la Unión Europea también le aplicó medidas restrictivas debido a su responsabilidad en el «constante deterioro de la situación» en el país.
Todas la sospechas sobre su militancia chavista se confirmaron, a juicio de la oposición, una vez que dejó el CNE en 2020, tras lo cual fue «premiada» con nombramientos presidenciales que incluyeron la designación como ministra en octubre de 2021.
El chavismo, a quien siempre fue cercana, ha lamentado en pleno la muerte, con un cúmulo de mensajes en las redes sociales en los que califican a Lucena como una persona «íntegra, valiente, leal a sus principios e ideales, defensora de la democracia, hija insigne de Venezuela» y como una mujer «irreductible y llena de amor».
La oposición, o al menos la mayoría, que en el pasado la señaló como una «cómplice de la dictadura», ha guardado silencio tras conocerse la noticia, una postura distinta a la que se vive en las redes sociales, en las que este fallecimiento se convirtió en el tema más comentado, dentro de Venezuela y en otros países donde ahora viven miles de venezolanos. EFE