El hecho de que los militares tengan opiniones y puntos de vista no los convierte en “árbitro”, por más que la institución armada disponga del monopolio de la fuerza
En diferentes medios ha circulado la información de que un análisis del diario español El País considera que los militares serán “el árbitro de la transición venezolana”. En principio, suena bien y se corresponde con el estereotipo europeo de Latinoamérica. Y, además, se da la impresión de que el trabajo hubiese sido realizado de manera objetiva, por una institución, un diario, y no por un periodista en particular. Ahora bien, ¿qué hay de cierto, que hay detrás de esta noticia?
En primer término habría que señalar que se trata de una nota redactada por un periodista venezolano, Ewald Scharfenberg, con posiciones definidas sobre la política nacional, lo cual, naturalmente, le da un sesgo particular a sus opiniones. Por otra parte, la afirmación de que los militares tienen un papel de “árbitro” en la política venezolana no se corresponde con la realidad, y Scharfenberg no presenta ninguna prueba de que esto sea así.
Ciertamente, en Venezuela, como en todas partes del mundo, la Fuerza Armada es garante del orden constitucional. Pero no es el criterio de sus integrantes el que impone las políticas nacionales, ni es la institución armada la que decide sobre la manera como se aplican o interpretan la Constitución, las leyes y reglamentos.
Las políticas erradas y las acertadas del actual gobierno no han sido dispuestas por la Fuerza Armada, sino por un Presidente y una Asamblea Nacional electos por los ciudadanos. Los militares no toman decisiones por sí solos y dependen de instituciones escogidas por sufragio universal.
Por supuesto, los militares venezolanos tienen su pensamiento político y valores sociales e ideológicos, lo mismo que en otros países, sea España, China o Australia. Incluso, puede pensarse que en el caso venezolano la Fuerza Armada está politizada de modo exagerado. Pero esto no significa que juegue un papel de árbitro por encima del voto popular, la Presidencia, la Asamblea, el Tribunal Supremo y el Consejo Nacional Electoral. ¿Hay un ejemplo que muestre algo distinto?
El pensamiento político de los miembros de la Fuerza Armada pesa sobre el conjunto de la sociedad, obviamente. Tanto en Venezuela como en Europa. Por ejemplo, la opinión de los militares españoles sobre la independencia de Cataluña tiene su peso en la decisión que al respecto pudiera tomarse. Y ya han informado de manera pública y privada cuál es su opinión. Pero, ¿sería legítimo que el diario El País titulara: “los militares se convierten en el árbitro de la política española”?
El hecho de que los militares tengan opiniones y puntos de vista no los convierte en “árbitro”, por más que la institución armada disponga del monopolio de la fuerza. Se puede estar de acuerdo o en desacuerdo con Chávez o con los parlamentarios del Psuv, pero no han sido los militares quienes lo han elegido sino los venezolanos a través del voto. Acertada o errada, esa ha sido su decisión. Y esos mismos venezolanos serán “el árbitro” en esta ocasión.
Leopoldo Puchi