La idea (muy arraigada en sectores de la oposición) de que «el chavismo sin Chávez» no tiene mayor futuro o que la desaparición del líder-caudillo provocará la dispersión de la alianza, no es consistente
Nicolás Maduro asumió la responsabilidad de conducir «el chavismo sin Chávez». Si bien la decisión de la AN, ratificada por el TSJ, establece que el mandatario en La Habana ejercerá la jefatura del Estado para un nuevo período, persiste una enorme duda: ¿estará Chávez en capacidad de regresar para juramentarse, e incluso de hacerlo contará con un cuadro de salud que le permita ejercer plenamente el poder? Todo parece indicar que de retornar éste optaría por solicitar la vacante absoluta, y, en consecuencia, la activación de las disposiciones constitucionales y la convocatoria a nuevas elecciones.
¿Sin Chávez en el poder sobrevivirá el chavismo? La idea (muy arraigada en sectores de la oposición) de que «el chavismo sin Chávez» no tiene mayor futuro o que la desaparición del líder-caudillo provocará la dispersión de la alianza, no es consistente. Es cierto que Chávez encarna un liderazgo unipersonal, autoritario y carismático que resulta muy difícil que pueda reproducirse en el caso de un sucesor. Pero también es cierto que a lo largo de tres períodos constitucionales ha cobrado protagonismo una élite de relevo a escala nacional que no desaparecerá por obra y gracia de su ausencia.
Al mismo tiempo, el planteamiento ideológico chavista ha logrado penetración en sectores populares y de la clase media.
Si bien es verdad que las victorias electorales del chavismo han sido favorecidas por el uso de ingentes recursos económicos en formas de dádivas entre los grupos sociales menos favorecidos, también es cierto que este planteamiento político-ideológico ha logrado comprometer a segmentos decisivos del electorado que seguirán actuando en eventos venideros.
En cambio, sí resulta previsible que sin la férrea jefatura militar de Chávez, el PSUV y sus aliados afronten también una suerte de transición. La radicalización del proyecto tal como se ha planteado no parece posible bajo una nueva dirigencia oficialista.
La lucha de tendencias internas, que seguramente se estimularía en ese contexto, y la necesidad de enfrentar un escenario económico y social que luce demasiado complicado obligarán a sus dirigentes a un manejo más flexible y realista de la situación.
Ello seguramente sin abandonar la «retórica revolucionaria» y la exaltación ideológica que han caracterizado a la postre el ya largo mandato del «chavismo con Chávez». Por supuesto, de convocarse a elecciones se abriría un nuevo espacio para la alternativa democrática y su candidato, lo cual comprobará si efectivamente la revolución chavista sobrevive con la misma fuerza a la desaparición de su jefe indiscutido.
Manuel Felipe Sierra