No sólo el champú, el acondicionador y alguno que otro recurso sirven para mantener la lozanía de su cabello. Una dieta adecuada también ayuda
Champú, acondicionador, mascarilla, un cepillo de cerdas naturales… Nos preocupamos mucho por mantener la salud del cabello desde fuera, pero ¿y desde dentro? La alimentación es una de las claves para que nuestro pelo esté sano y fuerte. Las dietas milagro, por ejemplo, provocan desequilibrios en el organismo que pueden afectar negativamente al cabello.
El pelo está químicamente compuesto por agua (70%), lípidos (2%) y proteínas (28%). Estas determinan la dureza y fortaleza del cabello. La más abundante es la queratina. Los lípidos (ácidos grasos, ceramidas, sulfato de colesterol…) nutren y dan brillo al cabello. En cuanto al agua, aporta sales minerales y diversos elementos químicos (calcio, potasio, cobre, azufre…)
El cabello crece continuamente, por lo que se convierte en un registro químico, prácticamente diario, de los alimentos que ingerimos. Una alteración en la alimentación modifica los niveles de los elementos que lo componen y pueden alterar la salud del cabello.
Los expertos de Svenson nos dan pistas sobre dónde encontrar algunos de estos componentes, básicos en una correcta dieta y que mantienen nuestro cabello sano:
AZUFRE – Verduras (brócoli, repollo, puerro, espárragos…), frutas (piña, coco…) y quesos. Favorece la depuración de toxinas y ayuda a tener buenas digestiones. Mejora la calidad del cabello, favoreciendo la síntesis entre queratina y colágeno.
HIERRO – Vegetales de hoja verde (como las espinacas, las acelgas…), la soja, las lentejas y la carne de pavo o de pollo. Indispensable para transportar oxígeno y proteínas y ayuda a metabolizar las vitaminas del tipo B. Su carencia produce anemia ferropénica o carencial, y ello comporta falta de energía o astenia, incremento de la fatigabilidad, dificultades de concentración y, en cuanto al cabello, lo vuelve más quebradizo y frágil.
ÁCIDOS GRASOS OMEGA 3 – Nueces o pescados azules, como el atún, el mero o la merluza. Reduce los niveles de colesterol «malo» y mejora los del «bueno», disminuye la concentración de triglicéridos y ayuda a quemar grasa. Su déficit provoca sequedad en el cabello, volviéndolo más opaco y sin docilidad.
POTASIO – Verduras (como el calabacín, el champiñón o la calabaza), frutas (como el melón o los kiwis), yogures y pescados (como el salmón o el emperador). Ayuda en la síntesis de proteínas y en el metabolismo de los carbohidratos. Un déficit en los niveles de potasio trae como consecuencia una piel poco tonificada, unas uñas débiles y un aumento de la caída del cabello.
ÁCIDO FÓLICO – Legumbres, como los garbanzos o las judías; o cereales como el arroz o el pan integral; frutas como las naranjas u otros cítricos. Su carencia puede producir anemia, como en el caso del hierro, pero en este caso de tipo macrocítico. Interviene en el proceso de formación de la metionina, un aminoácido azufrado, necesario para el folículo piloso.
Los expertos de Svenson recuerdan que, tanto para realizar una dieta como para corregir problemas capilares, el mejor consejo es acudir a un especialista.