En efecto, el seguir hablando de los manidos acaparadores más allá de querer lograr algunos beneficios políticos de corto plazo evidentemente no resuelve nada pues el gobierno sabe perfectamente que las guías de embarque de los productos básicos los controlan ellos mismos
Para comenzar el año nuevo es usual referirse a los pronósticos económicos para situarse en dicha perspectiva y proyectar el futuro de cada quién. En el caso venezolano la tarea se complica bastante porque vista la ausencia del Presidente y que no se tiene ninguna claridad sobre si se convocaría a una elección o si por el contrario estaremos en presencia de una ausencia «temporal permanente» en la que hay un encargado pero sin los plenos poderes ni la legitimidad que otorga una elección, lo que nos espera no es ni siquiera más de lo mismo, sino la exacerbación del status quo que ya de sí no admite mayores dilaciones en materia de decisiones económicas importantes.
De hecho las respuestas que hemos podido escuchar sobre el problema de la escasez y de la falta de respuesta productiva endógena muestran que no existe ni voluntad ni capacidad para generar cambios que nos hagan salir de la trampa del déficit fiscal, el sobreendeudamiento y la inflación.
En efecto, el seguir hablando de los manidos acaparadores más allá de querer lograr algunos beneficios políticos de corto plazo evidentemente no resuelve nada pues el gobierno sabe perfectamente que las guías de embarque de los productos básicos los controlan ellos mismos el mismo o sea que no hay mayor posibilidad de desvíos ni de acaparamiento masivo, a no ser que se trate de pequeños distribuidores.
Este tema de no tomar decisiones que ya lucían urgentes en diciembre pasado, tales como reducir el gasto público y, por lo tanto el llamado «gasto social», sincerar la situación cambiaria y, de manera indirecta, promover la producción nacional a través de una reducción de las importaciones, no parece que va a ocurrir en los meses que vienen durante los cuales el énfasis será meramente político mientras la bomba económica no hará sino seguir inflándose no solo figurativamente sino de manera efectiva.
En otras palabras que el querer evitar tomar decisiones políticamente costosas las va a tornar aún más explosivas para quien termine siendo el presidente electo, de no asumir el actual presidente el resto de su mandato.
Un misterio que esta situación va seguramente a aclarar es el de si verdaderamente existe ese mítico fondo de divisas que el Gobierno supuestamente tiene en alguna parte, ya que ante un panorama como el que enfrentamos, la única manera de paliar sus consecuencias es trayendo esos dólares, si los hay. Pronto sabremos.
Juan Uslar Gathman