Programa cuenta con el poyo de la Misión Árbol Socialista y la Fundación de Capacitación e Innovación para Apoyar la Revolución Agraria (Ciara)
Exactamente 58. Ese número llevado a años representa el punto de quiebre en la vida de Teolinda Suárez, coordinadora del Comité Conservacionista Araguaney de Guasdalito. En la víspera de su sexagenario se matriculó en el Programa de Gestión Ambiental ofrecido por la Misión Sucre y poco después fundó con sus propias manos y junto a seis vecinas el vivero de Terrazas de UD-4, en la parroquia Caricuao de Caracas, del cual han salido, desde 2008, 6.000 árboles.
«Sí, somos las mujeres sembradoras de Caricuao, sembradoras de futuro», dice risueña luego de haber hecho el inventario de las más de 20 especies de plantas forestales cultivadas en el vivero. La misión allí es comunitaria y ecológica: aglomerar y organizar a los vecinos para fomentar conciencia ecologista materializada en siembra, así como cultivar plantas comestibles para el consumo de la propia comunidad.
«Es muy importante la siembra porque hay que rescatar espacios, hay muchos espacios en Caracas que están baldíos, abandonados y es bueno rescatarlos para que el ornato de la ciudad se vea, también para que haya oxígeno, porque hay mucha contaminación. Y es importante también la reforestación porque es terrible la deforestación que tenemos no sólo aquí sino en el mundo y nosotros aquí estamos haciendo una labor muy bonita, con la ayuda de Misión Árbol, que es empeñarse en reforestar, y para eso estamos los gestores, los ambientalistas, las brigadas ecológicas», relata esta técnica en Gestión Ambiental.
5 años de siembre
Con el apoyo de la Misión Árbol Socialista y la Fundación de Capacitación e Innovación para Apoyar la Revolución Agraria (Ciara), estos 5 años de siembra, cuidado y recolección han permitido enviar árboles para la reforestación del sector La Muela del Zoológico de Caricuao, el Parque Nacional Waraira Repano, la nueva carretera Caracas – El Junquito, entre otros.
La Misión Árbol Socialista prevé sembrar 7.957.200 plantas en 13.262 hectáreas en 2013. En el vivero del Comité Conservacionista Araguaney de Guasdalito, en Caricuao, la meta no es menos ambiciosa: llegar a los 20.000 árboles sembrados y entregados para 2013, y para ello, los más pequeños, nietos e hijos, también cultivan la sapiencia de la tierra iniciándose con los semilleros.
«Él siembra, hace semilleros, mi nietico hace semilleros, y eso es importante porque una siembra no sólo plantas, siembra el conocimiento del cultivo, de trabajar la tierra», sentencia Suárez mientras el pequeño nieto de 5 años recorre el lugar cazando las hojas muertas de las plantas y algunas piedritas para obsequiar al abuelo.
En lo que se refiere a plantas comestibles, las siete mujeres sembradoras de Caricuao que trabajan en este vivero han cosechado ya lechoza, ají dulce, acelga, remolacha, cilantro, repollo, pepino, café y cacao. Con ellos abastecen los fogones de sus hogares y los de algunos vecinos, enterados de los beneficios de los alimentos cultivados artesanalmente.
«Hay una gran diferencia entre una lechoza que se compra en una cadena de supermercados y una que podemos cultivar aquí, por ejemplo, y es que en el supermercado las frutas las fertilizan con fertilizantes químicos, nosotros podemos hacer caldos bordeles de las plantas y de ahí es que sacamos la fumigación, lo podemos hacer con ajo conservado en un recipiente, y no tenemos nada de químicos, entonces cuando se nos dan las frutas y las hortalizas eso está sanito», explica.
Cosechas para fomentar
Tan pronto se sale de la estación del Metro Bellas Artes, sobre la Avenida México de Caracas, libreros y puestos de artesanos colindan con una de las experiencias urbanas de cultivo más grandes de la ciudad: los Cultivos Organopónicos Bolívar I.
Allí se trabaja de lunes a viernes, bajo la luz del sol prácticamente omnipresente en la capital desde las 7 de la mañana hasta las 6 de la tarde, para sembrar lechuga, espinaca, cilantro, apio españa, cebollín, ajoporro, rábano, zanahoria, repollo, vainitas y plantas medicinales como menta, toronjil, malojillo, orégano orejón y albahaca.
Desde 2004 un grupo de ocho productores urbanos y periurbanos cultivan en 150 canteros alimentos libres de agroquímicos y fertilizantes, expendidos luego en el kiosco aledaño a los cultivos, gracias al apoyo de diversos organismos del Estado venezolano que se han encargado de la asesoría técnica, así como de la entrega de implementos e insumos.
Rafel Díaz tiene siete años trabajando en los Cultivos Organopónicos Bolívar I y relata que es el uso de agua y fertilizante natural lo que diferencia un cultivo organopónico de uno industrial. Esta diferencia técnica no sólo lo hace más sano – dice- sino que también contribuye al reciclaje de las plantas ya descompuestas (en forma de abono) y al abaratamiento del costo de producción y, en consecuencia, de distribución. De su trabajo le gusta la posibilidad que le ofrece de aplicar el saber hacer agrícola que su infancia y juventud en el estado Trujillo le dejaron como herencia.
Y es que la agricultura urbana y periurbana surge con la finalidad de aprovechar los espacios ociosos dentro de las ciudades para la producción de cultivos hortícolas, frutales, medicinales y ornamentales a pequeña escala, a fin de promover el autoabastecimiento y la micro economía familiar y comunitaria.
En el punto de venta – abierto al público desde las 8:30 hasta las 3:30 de la tarde – los consumidores pueden adquirir legumbres y hortalizas a precios entre los 5 y 15 bolívares por kilo. El promedio diario de ventas – informa su encargada, Carolina Ruiz – es de 90 kilogramos por día. Así, agrega esta trabajadora capacitada por el Ciara, se contribuye a fomentar una línea estratégica planteada por el Estado venezolano: fomentar la soberanía alimentaria al hacer de las comunidades productores, distribuidores y consumidores de un producto sano y de calidad. / AVN
Desde la pasantía
Ese es el compromiso de Ángel Márquez, técnico en Producción Agrolimentaria, quien llegó al cultivo hace cuatro años para hacer las pasantías de su carrera. «Todos los días estamos sembrando algo, sembramos, cultivamos, vamos desocupando y vamos sembrando. Lo que hacemos para tener un control biológico de plagas de manera artesanal es colocar en los bordes de los canteros plantas que expiden fuertes olores, como la albahaca y el orégano, por ejemplo, y eso espanta a los insectos, no utilizamos fertilizantes, sino sabiduría agrícola. Por eso usted ve un repollo inmenso en el supermercado, porque le agregan químicos para que crezca, aquí puede encontrar uno más pequeño pero evidentemente mucho más natural; ese es nuestro compromiso: entregar un producto de alta calidad y sano al público».
Productores urbanos
De acuerdo a información suministrada por el Ministerio de Agricultura y Tierras (MAT), los productores urbanos pueden cultivar alimentos en huertos comunitarios, que son aquellos pequeños espacios ociosos recuperados, que mejoran el paisajismo e incorporan a todos los integrantes de la comunidad. El cultivo está abierto para aquellos estudiantes, cooperativas, comunidades organizadas y voluntarios que deseen aprender sobre la siembra de alimentos en la ciudad; también los viveros comunitarios respaldados por la Misión Árbol, y es que en Caracas todo está puesto para que todos echemos nuestras manos a la siembra.
Marianny Sánchez