En nuestro tiempo hay países que han tenido que recurrir al uso de plantas desalinizadoras de agua para sortear factores geográficos, económicos, sociales o ambientales que conspiran con el libre desenvolvimiento de las actividades de sus pobladores y en casos que conspiran contra sus vidas
La necesidad básica de consumir agua dulce para mantenernos vivos, para poder regar las superficies cultivables y así garantizarnos alimentos, o para poder llevar a cabo los procesos industriales, ha sido el principal motor que ha movido al hombre a desalinizar el agua. Para ubicarnos en el contexto natural es necesario mencionar que en el planeta existe 97% de agua salada y solo 3% de agua dulce, por cierto, no toda ella disponible en forma líquida.
Existe el proceso de desalinización del agua desde tiempos prehistóricos. Desde entonces la calidad y la cantidad de agua han sido puntos de tensión, atención y reflexión para las comunidades. La destilación, método a través del cual se puede desalinizar el agua se efectúa desde hace por lo menos 2 mil años, bien para obtener agua dulce o para obtener sal, elemento también importantísimo para mantenernos saludables. Ya en ese entonces se evidenciaba la estrecha relación entre ambiente, salud y economía.
Los métodos de ósmosis inversa y congelación también han formado parte de los mecanismos inventados y usados por el hombre para obtener agua dulce.
¿Cómo hemos evolucionado?
En nuestro tiempo hay países que han tenido que recurrir al uso de plantas desalinizadoras de agua para sortear factores geográficos, económicos, sociales o ambientales que conspiran con el libre desenvolvimiento de las actividades de sus pobladores y en casos que conspiran contra sus vidas. El Oriente Medio, por ejemplo es la zona geográfica del mundo con menos disponibilidad de agua dulce por habitante y menos vegetación, no siendo casual su enfoque hacia este tema.
Estamos hablando en un marco temporal no mayor de cuatro décadas y del caso de países del Golfo Pérsico que debían importar agua dulce en una especie de barcos cisterna para poder consumir el vital líquido, por cierto a un costo financiero descomunal. Se las ingeniaron y comenzaron a edificar plantas de destilación de agua, movidas por petróleo y gas.
También podemos referirnos sobre la capacidad instalada para obtener agua dulce a partir de la desalinización en países de Latinoamérica. Se ha reportado que hace dos décadas se instalaron en Suramérica 30, en el Caribe 150, en Centroamérica 45 y en Norteamérica 880. En cifras más globalizadas y para comparar la data mundial reportan que Norteamérica representa 13% de la capacidad instalada mientras que el Oriente Medio representa 61% con 4MM 200mil metros cúbicos de agua procesada/día.
Más cerca en la historia, Israel está fortaleciendo ampliamente los procesos de desalinización del agua del mar y declaró en su oportunidad los años 2002 al 2005 como un período de ahorro del agua, promovió el desarrollo de desalinización en Askaleon, con precios del agua que son competitivos.
Ventana polémica
Asociado a este tema existe con fuerza la polémica sobre la comercialización del agua, la conservación del agua en cada país, la declaración del acceso al agua dulce y potable como derecho humano fundamental, y por el otro lado el derecho al agua dulce que tienen los ciudadanos de países que no poseen fuentes de ese tipo de agua, los que teniéndolas la agotaron y aquellos más inconscientes quienes teniéndola la contaminaron.
El consumo mundial de agua se duplica cada veinte años bajo la falta de atención de muchos de los líderes mundiales y de muchos de los propios pobladores del mundo a los temas ambientales, en especial al de la conservación de las cuencas, los cauces, prevención de su contaminación, inversión en ciencia y tecnologías. De este modo, el agua se está convirtiendo en uno de los principales problemas del mundo y en especial de áreas más urgidas como el Oriente Medio en concreto.
Preguntas para reflexionar
Cabe preguntarnos ¿Hemos innovado e inventado lo suficiente como para que el conocimiento desarrollado en el área llegue a mitigar si acaso no cubre la necesidad básica de acceso al agua dulce y potable, y así evitar tensiones entre países, comunidades o individuos? ¿Puede cada país del mundo alcanzar la cifra fijada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) de 1mil metros cúbicos de agua por persona/año como la cantidad mínima imprescindible que debe consumirse? ¿En este orden de ideas, será la investigación científica y el avance tecnológico la única puerta que nos dará acceso al camino de la equidad y el entendimiento para mitigar y resolver los problemas de acceso al agua? ¿En qué orden de importancia debe estar en un país poseedor del recurso agua la conservación de cuencas y cursos de las mismas?
Muchos son los argumentos existentes que sustentan que el acceso al agua es uno de los grandes problemas a resolver por la humanidad, se reconoce permanentemente desde el discurso en todos los foros nacionales e internacionales, pero mientras le cae la locha a los decisores seguimos presenciando conflictos cada vez más intensos como son los casos del Oriente Medio y China, incluyendo también a los países con conflictos de trasvase que afectan y comprometen no solo disponibilidad de agua dulce sino la calidad de la misma.
El dato curioso
El problema a resolver con la desalinización del agua es qué hacer con la sal producto de ella. Es curioso que en la época de los romanos, los pagos a los funcionarios públicos se realizaban con porciones de sal, que posteriormente la intercambiaban por otros productos. La cantidad de sal que cobraban se denominaba «salarium» y posteriormente de allí se derivó después la palabra salario.
La ciencia y la innovación tecnológica ayudan a resolver esta situación conjuntamente con los principios de “la economía azul” enfoque ambiental que establece que todo desecho producto de la actividad humana se debe constituir en la materia prima de otro proceso, para evitar la contaminación de nuestra fuentes de recursos naturales; obviamente esta evolución debe ser compartida y acompañada por la voluntad política de los líderes y la acción de las comunidades.
Evelyn Pallotta (*)
eapallotta@gmail.com