NUEVA YORK. Un estudio de Canadá afirma que las personas que deben consumir altas dosis de opioides son más propensas a sufrir lesiones al conducir que las que utilizan dosis más bajas.
La indicación médica de utilizar opioides es cada vez más alta y esto ha causado preocupación en los últimos años por el aumento de la mortalidad por sobredosis y del consumo por motivos no médicos.
Para los autores, su efecto en la seguridad vial sería un motivo más para repensar su uso en altas dosis.
«Lo que la gente pueda considerar dosis bajas o moderadas puede influir enormemente en el riesgo (de los pacientes) de involucrarse o resultar lesionado en un accidente de tránsito, y los pacientes deberían saberlo», opinó Tara Gomes, autora principal del estudio del Instituto de Ciencias de la Evaluación Clínica de Toronto.
Con su equipo comparó a 5.300 canadienses que llegaron a una sala de emergencias después de un accidente y que estaban tomando por lo menos un opioide, con otro grupo similar que también utilizaba analgésicos, pero no habían tenido un accidente.
Para determinar cuánto opioide estaba tomando una persona, el equipo utilizó una base de datos de fármacos recetados a los residentes de Ontario, con ayuda económica para comprar los medicamentos.
Los autores no detectaron diferencias en la cantidad de lesiones de tránsito que habían sufrido los pacientes que usaban opioides en baja o alta dosis, según publican en JAMA Internal Medicine (antes, Archives of Internal Medicine).
Pero al estudiar sólo a los que conducían, el equipo halló que los que consumían dosis moderadas eran un 29 por ciento más propensos a resultar heridos en un choque mientras estaban al volante y los que tomaban dosis altas tenían un 42 por ciento de más riesgo, comparado con los que usaban dosis muy bajas.
Gomes aclaró que el inicio reciente del tratamiento no aumentó especialmente ese riesgo y explicó que el período más crítico es inmediatamente después de la modificación de la dosis.
Los autores aclararon que ignoraban cómo los pacientes utilizaban los opioides, si lo hacían correctamente o si alguno los vendía o los compraba ilegalmente.
La especialista en dolor, doctora Angela Mailis-Gagnon, del Hospital de Toronto Occidental, que no participó del estudio, señaló varias limitaciones del estudio, en parte porque los resultados eran de una base de datos administrativa sin detalles clínicos relevantes.
Citó, por ejemplo, que el estudio no tuvo en cuenta que algunos opioides son de liberación rápida o lenta. Los primeros son más fuertes y pueden alterar más a los usuarios.
En algunos casos, agregó, tampoco se consideraron otros medicamentos que utilizaban los pacientes y que pueden alterar la atención al conducir.
Gomes señaló que la dificultad al conducir no es uno de los típicos efectos adversos que mencionan los médicos cuando indican un opioide y recomendó incluirlo.
«Hay millones de personas en Estados Unidos que están tomando opioides en esas dosis, por lo que no se trata de un asunto menor», dijo Gomes.
En tanto, Mailis-Gagnon expresó su deseo de que los resultados no preocupen demasiado a los pacientes que utilizan opioides en dosis bajas o moderadas, según la indicación médica, y que realmente necesitan el tratamiento.
•Jama Intern Med.