En 2011 se registraron 7.000 millones de dispositivos conectados a la red, una cifra que se duplicará en 2015
Internet cambia la identidad de los usuarios que acceden a la red en el Reino Unido, modificando la percepción que poseen de ellos mismos y de su entorno, según revela hoy un estudio independiente encargado por el Gobierno británico.
La investigación, titulada “El futuro de la Identidad”, se basa en 20 documentos que durante los últimos años han estudiado los efectos de internet en el desarrollo informático, la criminología, las ciencias sociales y las humanidades, entre otros.
La pertenencia a redes sociales como Facebook y la permanente conexión a ellas gracias a los dispositivos móviles provocan que se confundan las barreras entre la “vida online” y la “vida offline”, donde pueden desarrollarse identidades distintas.
Por ejemplo, la pertenencia a un grupo en la red puede basarse en las preferencias que el individuo escoja destacar según el contexto, a veces un grupo de música favorito, a veces unas ideas políticas o un deporte que se practica.
“Internet no ha producido un cambio de identidad, sino la convivencia de varias de ellas”, indica el documento, que puede consultarse en la página web del Ministerio de Empresa y que aporta luz sobre los cambios que vivirá la sociedad británica en los próximos diez años.
En 2011 se registraron 7.000 millones de dispositivos conectados a la red, una cifra que se duplicará en 2015, según estas previsiones, que recomiendan al Ejecutivo tener en cuenta estos cambios en la sociedad de cara a futuras políticas.
Las transiciones naturales de la vida propias de la edad -de la niñez a la adolescencia y de ésta a la madurez- desaparecen en favor del cambio en actitudes y roles, lo que puede crear una división distinta de la sociedad.
Las identidades se relacionan en internet también con los comportamientos del individuo, lo que puede generar actitudes positivas (como por ejemplo el voluntariado en comunidad) o tener una “fuerza destructiva” creando actitudes antisociales, como ocurrió durante los disturbios de Londres en 2011.
“Las redes sociales dispararon en ese caso la conexión entre grupos que podían ser más fácilmente movilizados si sus intereses coinciden temporalmente”, explica el estudio.
Agencias