La gestión económica de Carlos Andrés Pérez, el descontento de las Fuerzas Armadas por la corrupción en los altos mandos militares, las represiones durante el Caracazo y el deterioro socioeconómico de la oficialidad media y baja, fueron algunas de las razones del golpe del 4F
“Lo que más me preocupa y me duele es que no encuentro en el sentimiento popular la misma reacción entusiasta, decidida y fervorosa por la defensa de la democracia que caracterizó la conducta del pueblo en todos los dolorosos incidentes que hubo que atravesar después del 23 de enero de 1958”…
Estas palabras forman parte del discurso pronunciado por el expresidente Rafael Caldera tras el Golpe de Estado del 4 de febrero de 1992, en el cual cuestionó severamente la actuación de los partidos políticos en la era democrática venezolana. El 4F fue un fenómeno cruento, esencialmente político, encabezado por los tenientes coroneles del Ejército, Hugo Chávez Frías, Francisco Arias Cárdenas, Urdaneta Hernández, Jesús Ortiz Contreras y Joel Acosta Chirinos.
Con ellos participaron otros comandantes, capitanes y tenientes, que en su conjunto fueron identificados como los “Comacates”. Incubado en un juramento bolivariano (1982), fue expandido sigilosamente dentro de los cuarteles, con apoyo político civil independiente, fundamentalmente de izquierda y dirigentes activos de Causa R y Bandera Roja, con grados diversos de efectividad.
El alzamiento, denominado “Operación Zamora”, se inició en la tarde del día 03 y estalló en la noche, al retornar al país el presidente Carlos Andrés Pérez, luego de su participación en el Foro Económico Mundial en Suiza. La toma de la capital estuvo a cargo de los tenientes coroneles Chávez Frías y Acosta Chirinos.
DEL EJERCITO A LAS CALLES
Las razones argumentadas por los oficiales golpistas se pueden resumir en la gestión política y económica del presidente Pérez, el descontento de los sectores medios y bajos de las Fuerzas Armadas por los hechos de corrupción verificados en los altos mandos militares, la subordinación de las Fuerzas Armadas a un liderazgo político que consideraban incapaz y corrupto, la utilización de las Fuerzas Armadas en la represión de los disturbios del 27 de febrero de 1989, el cuestionamiento a la posición sostenida por el presidente Pérez en las negociaciones relativas a la delimitación limítrofe con Colombia, el deterioro de las condiciones socioeconómicas de la oficialidad media y baja de las tropas y el empleo de las Fuerzas Armadas en labores como repartición de útiles escolares, becas alimentarias, campañas de vacunación y de arborización.
A pesar de la magnitud del movimiento en la región capital, el presidente Pérez sorteó con éxito la situación, ya que a su llegada de Suiza estaban esperándolo el Ministro de la Defensa, general Ochoa Antich y el Ministro de Interiores, Ávila Vivas, quienes se habían trasladado a Maiquetía, para desarticular un presunto operativo destinado a detener a Pérez.
Una vez en la residencia presidencial, Pérez recibió una llamada de Ochoa Antich en la que era informado de un alzamiento en el Fuerte Mara en el Zulia, por lo que decidió trasladarse al Palacio de Miraflores, evadiendo la captura de los golpistas. Posteriormente, Miraflores fue atacado por tanques y por una unidad de paracaidistas, produciéndose intensos combates. Nuevamente, Pérez logro huir, dirigiéndose a Venevisión, desde donde se comunicó con el país, informando la situación y condenando la insurrección.
La rendición de los insurgentes comenzó cuando las tropas leales retomaron el Palacio de Miraflores y se prolongó hasta cerca del mediodía del día 04 de febrero, cuando se entregó el líder de la operación, Hugo Chávez. La situación en el resto del país no estaba controlada, ya que en el Zulia había triunfado la operación denominada “Reconstrucción 92”, pero en vista del fracaso en Caracas, Arias Cárdenas, quien encabeza la alzada marabina, depuso las armas.
Aragua y Carabobo fueron otras regiones del país en las que actuaron los golpistas. Durante más de 15 horas los insurrectos controlaron puntos estratégicos de Maracay y Valencia, sin embargo, el sometimiento de los alzados finalmente se consiguió, tras la breve alocución de Chávez.
Durante la mañana del 5 de febrero se convocó a una sesión bicameral extraordinaria en el Congreso Nacional, para presentar a la consideración del Poder Legislativo la aprobación de un decreto que establecía la suspensión de las garantías constitucionales en todo el territorio nacional, así como un toque de queda.
Chávez y los oficiales de mayor rango involucrados en la insurrección, fueron recluidos en el Cuartel San Carlos de Caracas y luego en la Cárcel de Yare en los Valles del Tuy. Con el tiempo, las causas de muchos de los militares presos fueron sobreseídas, otros fueron dados de baja y otros indultados por el presidente Caldera en 1994, bajo la condición de solicitar su retiro de las Fuerzas Armadas, tal como sucedió con los oficiales que dirigieron la operación.
«Amaneció de Golpe»…
Este es el título de una película venezolana de 1998, producida y dirigida por Carlos Azpúrua, en la que varias historias se unen en torno a los hechos ocurridos la noche de la rebelión del 4 de febrero de 1992. La vida de los personajes y la del país nunca volvió a ser la misma, luego de la gesta revolucionaria que emprendieron los militares. Estuvo protagonizada por Daniel Lugo, Ruddy Rodríguez, Héctor Mayerston, Elba Escobar, Yanis Chimaras, Elizabeth Morales, Vicente Tepedino y Karl Hoffman.
Edda Pujadas
@epujadas