Miles de chavistas salieron este lunes a las calles de Caracas sin su líder, enfermo en Cuba, para conmemorar el 21º aniversario del fallido golpe de Estado que lanzó a la fama a Hugo Chávez, entonces un joven teniente coronel que seis años después llegó al poder por la vía de las urnas.
Vestidos con camisetas y gorras rojas -el color asociado al partido del gobierno- y ondeando banderines con la inscripción de 4-F, por el 4 de febrero de 1992, los seguidores de Chávez se congregaron desde la mañana en varios puntos de la capital, donde corearon lemas y cantaron canciones de apoyo al mandatario, convaleciente en La Habana de la cuarta operación contra el cáncer.
«Hoy celebramos el 4-F, el día que nuestro presidente salió a luchar por nosotros», dijo a la AFP Odalys González, de 41 años, una funcionaria pública de la barriada de Caricuao (oeste).
El 4 de febrero de 1992, que para el gobierno es el Día de la Dignidad Nacional, el teniente coronel Chávez fracasó en su intento de derrocar al presidente Carlos Andrés Pérez, quien en 1989 había impuesto un draconiano plan de austeridad y reprimido a sangre y fuego una rebelión popular contra el aumento del precio del transporte público, que provocó centenares de muertos en Caracas y las ciudades dormitorio aledañas.
La misma noche del golpe, en una alocución difundida por televisión, Chávez asumió la responsabilidad por el fracaso del golpe y dijo que sus objetivos no habían podido cumplirse «por ahora».
La intentona llevó a Chávez a la cárcel pero dos años después fue indultado y en 1998 ganó por primera vez las elecciones.
El líder de la oposición, Henrique Capriles, criticó que se conmemore un golpe de Estado: «4 de febrero,nada que celebrar,mucho que recordar y mucho que cambiar en nuestro país», escribió en Twitter.
Desde que el 10 de diciembre partió a La Habana a operarse, Chávez no ha aparecido en público, ni ha circulado ninguna foto suya. El gobierno ha ido informando de su estado de salud y asegura que sigue al mando del país.
«No lo tenemos acá, pero lo sentimos. Le damos el mismo apoyo de siempre y más fuerza que nunca para que le llegue a él hasta Cuba y se recupere», dijo González, a pocos metros del Museo Histórico, en el barrio caraqueño de 23 de Enero, bastión del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela, PSUV.
En ese Museo, el vicepresidente Nicolás Maduro y el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, encabezaron un acto con el sector castrense, en el que desvelaron sendos retratos de Chávez y asistieron a varios desfiles y al minuto de silencio en honor a los al menos 14 militares y varios civiles muertos en la intentona del 92.
Cabello, que también participó en el levantamiento, reiteró que Chávez «va enrumbado a su recuperación, mejorando cada día, firmando lo que le llevamos , dando instrucciones, dando órdenes, preocupado por el pueblo».
«Mi presidente, tómese el tiempo necesario, que aquí en Venezuela nosotros lo esperamos todo lo que sea necesario para que usted venga sano, curado a seguir trabajando por el pueblo», gritó Cabello, que iba vestido de militar y con la boina roja que usaba el mandatario el 4-F.
Cabello, con un retrato de fondo del presidente el día del golpe, reiteró también la «lealtad» de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (Fanb) a Chávez y a la revolución bolivariana, y aprovechó para cargar de nuevo contra los supuestos intentos de la oposición de dividir al oficialismo y de enfrentarle con Maduro.
Luego de anunciar una nueva recaída del cáncer detectado en junio de 2011, Chávez nombró a Maduro su heredero político en caso de que él quedara inhabilitado para gobernar. Cabello también había sonado como posible sucesor.
Maduro presentó por su parte la gorra de la «revolución», con la bandera venezolana, que se asemeja mucho a la que popularizó Capriles durante la campaña de las elecciones presidenciales de octubre en las que perdió contra Chávez.
Esta gorra «no se la pueden robar como están acostumbrados la oligarquía mercahifle, los burguesitos sifrinoides», dijo Maduro, cuyo campo identifica a la oposición con la burguesía.
AFP