No hay derecho al sufrimiento por asesinatos, angustias, el desenfreno de la delincuencia y privaciones de libertad a lo kafkiano
Cesáreo José Espinal Vásquez
@cantv.net
Me decía ayer tarde 4 de febrero (hoy 05-02-13, 5am.) una abuelita quien azarosamente trataba de comprar algo en el mercado: “Señor, no hay derecho, vivir como estamos viviendo en mi país… vivo angustiada para salir a la calle, aunque sea en la mañana y menos en la noche…asesinatos, asaltos, secuestros…irrespetos, desorden, amenazas y todo lo que se está viendo…”.
Le contesté, que eso mismo digo yo…no hay derecho. No hay dudas que vivimos en una “guerra asimétrica”, guerra de guerrillas sin medidas y sin paz en todas las clases sociales.
Pericles, conocido su gobierno en Atenas, como el “Siglo de Oro”, fue un gobernante justo, provenía de la aristocracia, pero su mente y acciones fueron dirigidas a la ruptura de las desigualdades sociales por convicción y evolución. En su gobierno no se tomaba en cuenta dónde se había nacido, si en la pobreza o en la riqueza, sino sus méritos para acceder a los más altos cargos.
Esas acciones de Pericles fueron el semillero de la democracia, mejor dicho, de la justocracia, del poder de lo justo, sin capitalismo salvaje ni socialismo del semillero marxista en sus andanzas anárquicas contrarias al buen sentido de sus primigenios y transformándose en el “socialyomismo”, que no es otra cosa, sino en el culto a la personalidad, el culto al odio, el culto al desorden, el culto a la anarquía, el culto al crimen, el culto a la guerra y en definitiva al culto a la tiranía y al hipnotismo del pueblo.
En Venezuela, nunca existieron diferencias de clases sociales generalizadas, unos ricos y otros pobres, pero sin odios. Unos más y otros menos. En esa justeza periclitada, hijos de campesinos y de obreros asumieron altas funciones públicas con espíritu de superación resiliente y el país, con dignos profesionales de la medicina, la abogacía, etc., y aún en la vida castrense, hijos de padres sin recursos económicos. Nadie puede dudar de los propósitos y fines sociales de la Fundación Gran Mariscal de Ayacucho, creada en 1975.
El mismo presidente Chávez, hijo de un maestro, sin cuna de oro, su padre con la escolaridad en la llamada “cuarta república” y él, hoy líder y presidente, sin exclusión, admitido en la Escuela Militar de esa cuarta república que tanto aborrece.
Si todos deseamos vivir en paz y darnos el abrazo fraterno en una sociedad justa, debemos execrar el odio y la enemistad. No hay derecho al sufrimiento por asesinatos, angustias, el desenfreno de la delincuencia y privaciones de libertad a lo kafkiano. No hay derecho…