Las familias, en su mayoría provenientes del refugio del Sambil de La Candelaria y La Florida de Caracas, manifestaron estar agobiadas por las fallas recurrentes en los servicios básicos
Engañadas y disgustadas aseguran estar cerca de 300 familias «dignificadas» que fueron reubicadas, en abril de 2012, por el Gobierno Nacional en el complejo residencial Salamanca, situado a un costado de la Autopista Charallave-Ocumare. Las personas, en su mayoría provenientes del refugio del Sambil de La Candelaria y La Florida en Caracas, manifestaron estar agobiadas por las fallas recurrentes en el suministro de los servicios básicos.
Con tobos y ollas en mano, los vecinos de la calle 5D-I aseguran ingeniárselas para abastecerse de agua, pues a diario van y vienen entre las trochas del urbanismo para pedir el líquido en las casas adyacentes que reciben el servicio por tubería, con la intención de poder realizar los quehaceres del hogar, mientras que para el consumo personal, deben comprar garrafas y botellones porque el agua que trasladan es salobre y de aspecto turbio, según informaron los lugareños, quienes explicaron que no reciben el servicio porque no llega con suficiente presión a las zonas más altas.
«El Gobierno nos engañó. La ministra de comercio, Edmee Betancourt, quien fue la madrina del refugio de La Candelaria, nos mintió porque nos dijo que tendríamos casas con servicios, pero la realidad es otra, no tenemos agua por tubería y la luz se va todos los días», sostuvo Esmeralda Artiagas, quien tiene una hija discapacitada e insiste en que requieren de un colegio de educación especial y ordinaria para el grupo de niños que hay en la comunidad.
Aunque precisaron que reciben agua de un camión cisterna una vez a la semana, el líquido no da abasto para las decenas de familias que hacen vida en el sector. Las constantes fallas de luz también aquejan a los vecinos, quienes padecen las de Caín cada vez que el servicio eléctrico es interrumpido por la creciente demanda. «Nosotros no tenemos luz propia. La electricidad con que nos iluminamos es robada, por eso hay tantos cortes. Un día de estos vamos a quedar sin corotos porque se nos van a dañar todos los electrodomésticos», contó el vecino Marcos Ramírez.
Pese a la carencia de transporte público, buena parte de las personas que laboran en Caracas deben tomar sus previsiones para llegar temprano a sus trabajos, por lo que deben salir religiosamente a las 3:30 de la madrugada de sus casas y realizar un recorrido de al menos tres kilómetros para tomar el autobús, en la Autopista, que los conducirá hasta el terminal, desde donde saldrán hacia la capital.
«Aquí no llegan las jornadas de Mercal, tampoco contamos con un CDI, ni mucho menos tenemos escuelas, liceos o áreas deportivas para los jóvenes. No queremos que sigan construyendo casas aquí, exigimos la calidad de vida que nos ofrecieron», expresó la joven Maritza Contreras.
Teresa Zambrano, quien es madre de nueve menores y proviene de un albergue que estuvo ubicado en La Florida, denunció que parte de la casa que habita desde hace menos de un año se está hundiendo, a pesar de las reparaciones que realizó la constructora para rellenar el terreno. «Agradezco al Presidente por haberme entregado la casa equipada pero corro el riesgo de perder los corotos si el terreno sigue cediendo», enfatizó.
MIP-TUY Agencia/ Julio Materano