La cifra de muertes violentas en la Gran Caracas se fijó en 120 durante el asueto de Carnaval. Tan sólo entre viernes a miércoles, 78 cadáveres fueron registrados en los ingresos de la morgue de Bello Monte.
A Jonathan Obando, de 27 años de edad, lo mataron a tiros en la calle La Frontera, ubicada en La Dolorita. Su tía, dijo que cuando se escucharon los disparos nadie imaginó lo que sucedía. Ella estaba en su vivienda y subió a toda prisa cuando le avisaron que se trataba de su sobrino.
La mujer, contó que es el segundo familiar que pierde a manos del hampa. Hace seis años asesinaron a su tía, Nora Guillen, de 38 años de edad, cuando en medio de un tiroteo una bala entró por la ventana de su casa en La Dolorita.
Obando dejó dos hijos. Vivía en Mariches, era casado y laboraba como mototaxista. De acuerdo a los registros policiales, el joven estaba siendo requerido por varios delitos en la zona. Incluso, se le mencionaba como participe en el asesinato de un funcionario de la Policía de Sucre.
En el kilómetro 0 de El Junquito fue asesinado a las 11:00 de la noche de martes, Juan Alberto Sandoval, de 19 años de edad. El joven, obrero de la fábrica Manaplas, salió de trabajar a las 9:00 de la noche y se dirigía a su domicilio cuando lo interceptaron.
Funcionarios del Cicpc llamaron a su novia y fue ella quien le avisó a la familia del joven. Su madre, Merlis Almeida, dijo no entender como matan a tantas personas inocentes en el país. Contó que en el año 2001 su esposo, fue asesinado a tiros en el kilómetro 7 de El Junquito. Era funcionario de la GN de nombre Henry Flores y al parecer lo confundieron. “Ahora matan a mi hijo. No sé qué pasó. Le dieron tres disparos entre la boca, la cara y la cabeza.
Almeida no cree en la justicia y tiene algo de razón. Por crimen de su esposo, efectivo de la GN, sólo hubo un detenido que asegura ella misma llevó a la policía. El hombre sólo pagó un año de los ocho años a que fue sentenciado por el homicidio y ahora está libre.
LA VOZ /AA