Ernesto Alvarenga
La vocación imperial de los hermanos Castro no es nueva. Durante décadas la elite del poder cubano ha estimulado todo tipo de confrontación. Centroamérica, Chile, Bolivia, Granada, Nicaragua y Angola tienen historias que contar al respecto.
Venezuela no podía ser la excepción, a mediados de los años sesenta nuestro país es invadido por Tucacas, luego a finales de esa década se da una segunda invasión, esta vez por las costas de Machurucuto. Se ha dicho que nuestra ubicación geográfica y las reservas petroleras formaron (y siguen formando) parte del sustento geopolítico de los planes de Fidel y Raúl.
En aquel entonces el discurso descansó sobre el «antiimperialismo» y en contra del bloqueo norteamericano. La injerencia de Cuba en los asuntos internos de Venezuela y otras naciones llevó al presidente Rómulo Betancourt a exigir su expulsión de la OEA. Lo dijo Ernesto «Che» Guevara: «derrotada la lucha armada se ha recurrido a otras formas de intervención».
En la actualidad, la sumisión y rendición total del régimen de Hugo Chávez a los pies de los Castro ha colocado a nuestro país al borde de la colonización. No solo porque los cubanos están metidos en los sectores más importantes de la nación como lo son, alimentos, industria, vivienda, educación, salud e identificación, los hermanos Castro también mandan dentro del ejército venezolano. La entrega es tal que Cuba tiene injerencia en materia de seguridad y defensa militar de nuestra patria.
Al parecer esto no ha sido suficiente. Hoy en La Habana funciona la sede del gobierno venezolano. Se toman todo tipo de decisiones, supuestamente se firman documentos, discuten decretos y hasta diseñan programas económicos, como el ultimo paquetazo rojo, más neoliberal que nunca por cierto. Nuestra soberanía está agraviada, el castrismo y quien lo representa en nuestro país deben ser derrotados en las próximas elecciones. Se deben lograr todas las alianzas necesarias para concretar este objetivo.
Al momento de escribir estas líneas es noticia la renuncia, por motivos de salud, del papa Benedicto XVI. No puedo dejar de expresar mi admiración ante la demostración de entereza, valor y respeto por sus seguidores que está dando el Sumo Pontífice. Digno y oportuno ejemplo.