“Clavadas”, “tapones” y velocidad: garantía de espectáculo y victorias? Los nuevos Lakers pretenden eclipsar la próxima temporada de la NBA
Kevin Durant, el astro de Oklahoma Thunder, dijo el lunes lo que muchos vienen comentando desde hace semanas: los Lakers, con Dwight Howard, son favoritos para llevarse el título de la NBA en la temporada 2012-13.
Que lo asegure más de un especialista es significativo. Y es normal que los fanáticos expresen su aprobación, no pocos con escozor. Pero que tales palabras provengan de quien, aparte de figura 1-2 del momento, es el más emblemático jugador de un equipo joven, en plena evolución, que acaba de ganar la conferencia del Oeste, tiene connotación especial.
Aquí pensamos que todavía es pronto para sumarse a ese consenso. Pero, sin dudas, hay suficientes argumentos para convenir en que, si los imponderables del deporte impiden pronunciarse de manera tajante, hay pocas dudas sobre eso del “equipo a vencer” que días atrás proclamaba el hoy analista Charles Barkley.
La llegada de Howard, por lo demás, representa para la divisa algo así como volver a sus raíces. Porque si algo ha caracterizado a los Lakers (con el permiso de ese monstruo que llaman Magic Johnson, el “jugador perfecto”), ha sido la presencia, y efecto, en la conquista de sus títulos, de los centros clásicos. Vuelve también el espectáculo, tan solicitado en Staples Center, donde suele manifestarse el glamour de la gente del cine.
De Mikan a Shaq
Hace ya unas décadas conocimos, gracias al cine, algunas hazañas de George Mikan, el primer gran centro, que vistió la camiseta cuando el equipo estaba en Minneapolis. Su presencia fue histórica, no solo por lo que representó en los logros, sino porque a su influjo las autoridades se vieron obligadas a escuchar a los especialistas y ampliar la zona de 3 segundos. El llamado “bombillo” por la forma de lo que hoy es “la pintura” (las líneas paralelas se cerraban del círculo de tiro libre hacia a la línea final), no solo era un feudo que Mikan dominaba a placer, sino que resultaba proclive a la violencia porque, para frenar a los “grandazos” -cada vez en mayor número-, los rivales se amontonaban junto al aro. Estuvo en una de las grandes épocas, entre 1948 y 56, cuando los Lakers ganaron cinco campeonatos.
Después llegó el hombre de los 100 puntos: Wilt Chamberlain, otro gigante que se paseó con éxito por los tabloncillos. Sus puntos, a granel, y su control de los rebotes, marcaron una época y fueron célebres sus duelos con Bill Russell, quien insurgió con los Celtics como el gran defensa. Pero también Chamberlain, cuyo fallecimiento se recordaba hace unos días, contribuyó a la colección de títulos de los Lakers con el de 1972, cuando fue MVP de la final con 14.7 puntos y 20.0 rebotes.
A partir de 1969 le tocó a Kareem Abdul-Jabbar. Aquel espigado jugador que se hizo célebre en la Universidad como Lew Alcindor –luego abrazaría la religión musulmana y cambiaría su nombre-, fue protagonista con Magic de aquellos años famosos del “show time” y su no menos aplaudido “gancho desde el cielo”, un movimiento de armonía y plasticidad que lo hacía “inmarcable” cuando lanzaba alejando al contrario con su cuerpo. Muchos han querido imitarlo, pocos lo han logrado, incluidos aquí algunos discípulos de quien ganó cinco títulos, marcó doble dígito en puntos y rebotes durante todas sus 20 temporadas en la NBA, 17 de ellas superando los 20 tantos de promedio.
Shaquille O’Neal asombraba en LSU cuando dejó la universidad para irse a la entonces nueva franquicia de Orlando Magic. Pero pronto tomaría el camino de Los Angeles y allí, en pareja con Kobe Bryant llevaría al tope el espectáculo, con los consecuentes trofeos y anillos de cinco temporadas Dominante como ninguno, asombró por su fortaleza (más de una vez se le vio encestar bajo el aro con un par de rivales colgados de sus brazos), por la movilidad a pesar de sus 2,16 y 147 kilos y reinó en Hollywood hasta que los roces con Bryant hicieran a los Lakers quedarse con quien hoy es todavía su jugador más emblemático y, para muchos –incluido quien escribe- el mejor de su tiempo. Aunque el gigante lograría otro título, en Miami junto a Dwayne Wade y dejaría de por vida marcas de 23.7 puntos y 10.9 rebotes.
Ahora llega Howard, por la misma ruta de Shaq. La novela sobre su salida de Orlando no ha terminado, por cuanto todavía puede declararse agente libre en 2013. Sin embargo, los Lakers esperan convencerlo para que siga, y nada mejor para ello que la gloria ansiada por todos cuantos se ponen una camiseta de la NBA, el anillo de campeón.
Calidad tiene de sobra. Aparte del temperamento, que le ocasiona más de una falta técnica, tiene dos problemas: como Shaq, su porcentaje en tiros libres es muy bajo, y todavía no posee un buen manejo de los pies, ese recurso de las fintas fundamental para mover a los marcadores y conseguir más tiros. Pero ha mejorado notablemente en la pintura, su rebote es el mejor de la liga y su defensa más intimidante que ninguna. Baste recordar que es el único en ganar tres años seguidos el título de Jugador Defensivo Sus números no solo le han llevado a monopolizar títulos en rebotes, bloqueos y porcentaje de lanzamientos, sino que hoy exhibe, en 8 temporadas, promedios por juego de 18.4 puntos, 13.0 rebotes y 2,16 bloqueos para 36.2 minutos de juego. .
Pero hay más…
Los logros a favor de los Lakers habían comenzado a acumularse desde la firma del conductor Steve Nash. De notable perfil ofensivo, es desde la ida de John Stoickton el astro de la posición 1: veloz con el balón, certero de media y con muy buen promedio en el tiro largo (.428 en 16 temporadas) y letal desde la línea (.904 en su carrera), pero sobre todo excelente pasador. Su rapidez genera desequilibrios y tiene gran habilidad para habilitar al jugador preciso, en el sitio y el momento oportuno. Tener al canadiense significa, además, un alivio para Bryant, pues no necesitará bajar la pelota en momentos críticos, conservando su función de escolta y, en general, presto a sacar provecho a la capacidad de Nash desde una buena posición de lanzamiento o con su clásica habilidad para penetrar.
Esas dos adiciones parecen complementar casi a la perfección el cinco abridor de los Lakers. Porque, del talento de superestrella de Bryant, ¡qué más puede decirse!, pero además, hay pocos hombres de la posición 4 que puedan ofrecer mayor rendimiento que Pau Gasol. Jugador de equipo como primera virtud, el catalán pasa de lujo en corto, es fuerte al rebote, tiene excelente media distancia, de la larga lanza poco y suele convertir, además de su reconocida eficiencia en la marca sobre los grandes. El quinto hombre, seguramente Metta World Pace, también es solvente porque se adapta a su labor, defiende bien, va al rebote con fuerza y cuando le abren el tiro suele mortificar de larga distancia.
Ese quinteto estelar (tanto, que las calculadoras de la oficina han movido mucho sus teclas en las estimaciones para el impuesto al lujo en una nómina que solo en esos titulares pasa los 80 millones de dólares), reta a ver, 1 a 1 y en el potencial como colectivo, cuál puede igualarle. Y, en materia de suplentes, han asegurado al menos tres piezas que les garantizan eficiencia en los cambios, sin perder intensidad: Steve Blake (un tirador que podría hacer estragos aprovechando la movilidad de Nash), Jordan Hill Y Antoine Jamison, a la espera de ver cómo establecen el relevo para Nash, un jugador de mucha vitalidad pero que, a poco de aterrizar en los 40, requiere instantes de reposo para mantener esa condición en 82 juegos y postemporada.
Los Lakers, pues, arrancarán en el tope del favoritismo. El DT Mike Brown (que vuelve a tener motivos para soñar desde que se acercó a la gloria en Cleveland con LeBron James), parece dispuesto a darle luz verde a Nash para manejar el ataque. Adelantó que se basaran en la “ofensiva Princeton”, partiendo del “pick and roll” como opción inicial, con la ventaja de que, cuando la bola regrese a Nash, este tiene otras variantes para desarrollar sus iniciativas.
Pero también enfrenta el reto, amén de los ajustes defensivos que exige el plantel, de mantener control sobre el vestuario, cosa siempre difícil cuando este se llena de estrellas.
Eso sí, los tapones y “clavadas” de “Superman”, el ritmo veloz que imprime y los pases de Nash, la espectacularidad de Bryant, junto a la sobriedad de Gasol y la latente agresividad de Metta, garantizan el espectáculo. La vuelta del “show time”. Como gusta en Hollywood. Eso sí, con mucha opción de triunfo. Que, por supuesto, también es objetivo prioritario.
Steve Nash a los 38 años:
31 minutos por juego
12.5 puntos
10.9 asistencias
.532 en dobles
.390 en triples
.894 en tiros libres
Kobe Bryant a los 34
Jugó 38.5 minutos por partido, 2 más que el promedio de su carrera, anotó 31.2 puntos por partido, 30.0 en los play-off.
Pau Gasol jugó en la pasada campaña 37 minutos por partido, y dejó promedios de 12.5 puntos, 9.5 rebotes y 3.7 asistencias.
El cinco abridor de los Lakers:
Nash, 38 años, 16 temporadas
Bryant, 34, 16 temporadas
Gasol, 32, 11 temporadas
World Peace, 33, temporadas
Howard, 27, 8 temporadas..
…y más de 80 millones de dólares
Armando Naranjo
donarmandonaranjo@gmail.com
@DonArmandoN