Desde el Viernes Negro, cada uno de los pisos sobre los cuales se ha apoyado la economía venezolana, como el dinero, la gasolina y la política, entre otros, se han venido desplomando sistemáticamente
Edda Pujadas / @epujadas
Justo al cumplirse 30 años del fatídico Viernes Negro de Luís Herrera, el viernes 08 de febrero del 2013, el gobierno venezolano devaluó el bolívar en un 32 por ciento, en una medida ampliamente esperada en vista del deterioro de las cuentas fiscales, la agudización de la escasez de productos y el, hasta ahora incesante, avance de la inflación.
Esta devaluación llevó al tipo de cambio oficial de 4,30 bolívares por dólar a 6,30 bolívares. El gobierno también anunció, por medio del Ministro de Finanzas y Planificación, Jorge Giordani, la eliminación del tipo de cambio secundario, operado bajo el Sistema de Transacciones con Títulos en Moneda Extranjera (SITME) a un tipo de cambio de 5,3 bolívares por dólar.
Cabe recordar que, hace tres años, el viernes 09 de enero del 2010, el presidente Hugo Chávez anunció la devaluación de la moneda, la cual pasó de 2,15 a 4,30 bolívares por dólar. El mandatario nacional señaló que este paquetazo cambiario era necesario porque las exprimidas y derrochadas finanzas nacionales no daban para más.
Analizando la política monetaria del país en un contexto global, desde Luís Herrera hasta Chávez no han dejado de producirse los fenómenos de inflación, altas tasas de interés, corrupción, control de cambio, fuga de capitales y descapitalización de los ahorros de la clase media baja.
ENTRE NEGRO Y ROJO
Se conoce como Viernes Negro, al viernes 18 de febrero de 1983, porque hasta este día el dólar se cotizaba libremente en nuestro país a 4,30 bolívares. Hasta entonces, Venezuela disfrutó de tasas de inflación muy bajas (en un período, las más bajas del mundo), tipo de cambio fijo, altas y sostenibles tasas de crecimiento y una situación de balanza de pagos bastante favorable.
Fue este día en el que se produjo una grave crisis económica, debido a la caída de los precios del petróleo, que trajo como consecuencia, al mismo tiempo, la fuga de capitales, viéndose obligado el gobierno de ese entonces, presidido por Luís Herrera Campíns, a imponer un control de cambio para restringir la salida de divisas y a devaluar la moneda de manera salvaje, ya que pasamos de 4,30 a 14,30 bolívares por dólar.
La caída de los precios del petróleo que llevó a las exportaciones petroleras de 19,3 millardos de dólares en 1981 a casi 13,5 millardos en 1983 (una caída del 30 por ciento) y el inicio de la crisis de la deuda en América Latina, produjeron una fuga de capitales de casi 8 mil millones de dólares y por ende, el correspondiente descenso de las Reservas Internacionales, factores que hacían inminente una devaluación.
A pesar de los factores enumerados, estos solo fueron consecuencias obvias del agotamiento del modelo económico venezolano. La estructura fiscal del Estado rentista no pudo seguir generando los recursos necesarios para satisfacer sus necesidades crecientes en condiciones de estancamiento y disminución prolongada de los ingresos petroleros.
Recordemos que el gran error de nuestro país fue la percepción de permanentes y los dos boom petroleros de 1974 y 1979. El boom de 1973-1974 puede ser catalogado como el origen de la crisis cuando se creó el hábito del consumo, estimulando la propensión a importar, el gasto de viajeros y la inversión de inmuebles en el extranjero.
El domingo 20 de febrero el presidente Luís Herrera Campíns dicta un decreto de suspensión de la venta de divisa extranjera durante los días lunes 21 y martes 22. Esta medida fue extendida posteriormente hasta el día 25 de febrero y el día 22, por Decreto Presidencial, se establece un control diferencial que permite el cambio de 4,30 bolívares por dólar sólo para los gastos corrientes, envío a estudiantes del exterior, amortización de las deuda pública interna y la privada externa y para las operaciones de la industria petrolera, del hierro y otros renglones.
De esta forma, el Banco Central pasa a controlar la compra y venta de divisa extranjera. La corrección del tipo de cambio no fue tan fuerte por el establecimiento del control cambiario, sin embargo, si analizamos el mercado libre paralelo de la época, vemos que para finales de 1983 el diferencial alcanzaba casi un 180 por ciento.
A raíz de estas medidas fue que los venezolanos comenzamos a conocer lo que era el mercado negro de divisas y la corrupción por la vía cambiaria, a través de la Oficina de Régimen Cambiario (RECADI), creada por Luís Herrrera para gestionar la venta y control de divisas y que generó numerosos hechos de corrupción jamás vistos en el país. Desde que se implantó el régimen de cambio en 1983 y hasta 1989, no se conoce aún cuánto dinero se despilfarró, pero se dice que fueron por lo menos 60 mil millones de dólares, sin contar con los casos que no lograron ventilarse a la luz pública.
Similares consecuencias
Las consecuencias de aquel Viernes Negro de Luis Herrera Campins son muy similares a las de los viernes rojos del chavismo, pues se espera una altísima inflación, trayendo como resultado un mayor empobrecimiento de la población en general, afectando más fuertemente a las clases más desasistidas y convirtiéndose un desafío para la clase media.