Mientras un grupo de damnificados del albergue Simón Bolívar se encontraban manifestando en la Av. Páez de la referida urbanización caraqueña, un piquete de funcionarios de la Fuerza Armada llegó de manera violenta reprimiendo a los presentes con perdigones y golpes. El hecho dejó como resultado dos personas heridas
Sin mediar palabras un piquete de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), arremetió contra un grupo de refugiados que se encontraban protestando por sus viviendas en la Av. Páez de la urbanización El Paraíso, a pocas cuadras de la Plaza Washington, donde fueron agredidos brutalmente a punta de perdigonazos y golpes, dejando como resultado dos personas heridas.
Los manifestantes del refugio Simón Bolívar que se apostaron en la calle trancando ambos sentidos con literas y otro objetos debido a las “falsas promesas” del Ejecutivo Nacional respecto a la adjudicación de viviendas, se mostraron indignados cuando los uniformados se apersonaron y sin escuchar sus exigencias comenzaron a despejar el paso, lo que generó enfrentamiento entre ellos.
Los ánimos se caldearon cuando uno de los militares levantó su armamento y lanzó perdigonazos contra los manifestantes, dejando como resultado dos heridos, quienes fueron traslados inmediatamente al Hospital Pérez Carreño.
De igual forma arremetieron contra el fotógrafo del Diario La Voz, por capturar imágenes de lo que estaba sucediendo, pese a haber resultado leso fue perseguido por los militares para arrebatarle su cámara fotográfica.
Agresión contra la prensa
El reportero gráfico Jaime Manrique fue agredido verbalmente y detenido por varias horas, en la que fue despojado de su cámara y demás pertenencias, pero los uniformados no con eso, destruyeron el chip donde se encontraban todas las imágenes capturadas, luego comenzaron a revisarlo y lo obligaron a que se bajara los pantalones para confirmar que no portaba otro aparato fotográfico.
Los ataques contra los manifestantes y trabajadores de la prensa ocurrieron durante la cobertura de la noticia. “Cuando los efectivos comenzaron a disparar, comencé a correr pero me di cuenta que me perseguían. La actitud de los uniformados fue grosera y humillante, pero cada vez que le explicaba que ejercía mi trabajo, repetían que eran ordenes exclusivas del Presidente Chávez arremeter contra nosotros”, se quejó.
Cansados de falsas ilusiones
Según cuentan las 150 familias refugiadas, el propósito de la protesta se basaba en hacer escuchar sus voces, sin llegar a la agresión. Aseguran que llevan esperando por más de dos años la entrega de las viviendas prometidas por el Ministerio de Agricultura y Tierra, el cual es responsable del albergue.
Imelda Sinelca, damnificada expresó que hace semanas atrás protagonizaron una manifestación y después de varias horas de expresar sus denuncias, se apersonaron representantes de la Comisión Presidencial de Refugios Dignos (Copredi) y de la Vicepresidencia, en la que concluyeron que un plazo de ocho días serían adjudicados.
“Después de esa promesa, pasaron dos semanas sin respuestas, y lo peor de todo es que ninguna autoridad viene a decirnos algo al respecto, estamos cansado de falsas ilusiones y promesas incumplidas”, se quejó la manifestante.
Y es que, tras ser desalojado de los sectores Santa Ana y La Pedrera de la parroquia Antímano, por vivir en alto riesgo, hoy en día los refugiados se lamentan por abandonar sus casas, pues alegan que aunque residían en zonas en peligro, contaban con su propio espacio y podían gozar de él libremente.
En condiciones infrahumanas
Hacinamiento, olores a humedad y colapso de tuberías de aguas negras, son una de las irregularidades que tienen que lidiar a diario las 150 familias que habitan en el refugio Simón Bolívar de El Paraíso. Dicen que estar inmersos en la angustia y el desespero por la falta de respuesta del Gobierno “más allá de perjudicar al Presidente Chávez, es la necesidad de vivir en un lugar alejado de la insalubridad”.
Así lo dio a conocer, Liset Busmam, damnificada, quien resaltó que las condiciones infrahumanas que por necesidad deben soportar a diario, se ha convertido en un calvario para ellos. “Además de compartir un cuarto de tres metros con al menos 15 personas, tenemos que turnarnos el baño”.
Resaltó que la convivencia se ha hecho intolerante y no precisamente porque no se incumplan las normas de convivencia, “sino que el desespero se ha apoderado de nosotros hasta el punto que la desunión y la desconfianza es reinante en este lugar”.
“Precisamente el año pasado uno de los refugiados fue asesinado dentro del albergue, pues hasta ahora se desconocen las causas, otro problema más que se suma a nuestras exigencias, pero esta vez en materia de inseguridad”, concluyó.
Mairy Chourio / Mchourio@diariolavoz.net / @mairychourio