SOFIA. Elena Hristova, una jubilada de 73 años, siempre pagaba sus facturas a tiempo. Pero cuando se le envió por correo un recibo del servicio eléctrico, que representaba 60% de su pensión mensual, llegó al límite. Por eso se unió a una reciente protesta contra el gobierno e hizo algo que nunca había hecho antes: quemó una factura sin pagar.
«No tengo mucho dinero para vivir», dijo.
Hristova figuró entre decenas de miles de búlgaros que protestaron durante días en las ciudades del país, algunos de ellos violentamente, indignados por el elevado costo de la energía, la corrupción y un declive económico en general en la nación más pobre de la Unión Europea.
Como resultado, el gobierno centroderechista del primer ministro Boiko Borisov declaró que acatará la voluntad popular.
«Nuestro poder viene del pueblo, y hoy se lo devolvemos al pueblo», dijo Borisov ante el Parlamento antes de entregar formalmente su renuncia y la de todo el gabinete.
La presidenta del Parlamento, Tsetska Tsacheva, expresó que habrá un debate sobre la renuncia, pero eso se considera una mera formalidad.
Los manifestantes acusaron al gobierno de tener nexos con mafiosos y exigieron la renuncia de las autoridades. Una de las consignas de los manifestantes era «¡Mafiosos, mafiosos!».
Los sucesos ocurren justo cuando el gobierno perdía apoyo popular ante la peor crisis económica en una década, y antes de unas elecciones generales programadas para julio. La renuncia implica que probablemente habrá elecciones anticipadas en abril o mayo.
Decenas de miles de manifestantes salieron a las calles a protestar por los altos precios de la calefacción y la electricidad. Algunos tiraron huevos y tomates a edificios públicos en Sofía y otros quemaron sus facturas de electricidad en público, acusando al gobierno de negarse a mejorar las condiciones de vida y exigiendo la expulsión de las empresas controladas por extranjeros que dominan el mercado: CEZ y Energo-Pro de la República Checa, y EVN de Austria.
La protestas han ocurrido desde el domingo pero las peores acontecieron el martes en Sofía, la capital, cuando los alzados chocaron la policía antimotines dejando 15 manifestantes heridos.
A pesar de la renuncia del gobierno, algunos observadores políticos dijeron que esto podría verse como un gesto justo hacia los manifestantes y fortalece la posición de los que lleguen en las elecciones anticipadas.
Las medidas de austeridad diseñadas para reducir la deuda pública han sido impopulares. Incluyen reducir el gasto del gobierno en programas sociales como salud y educación.
AP