A la toma ilegal que realizaron unas 10 familias en 2007, recientemente se han incorporado al menos 70 grupos más, quienes con planchas de zinc, palos y cartón han logrado levantar en el lugar ranchos y tarantines, a medio construir, o marcar un espacio, bajo un ambiente donde gobierna el olvido de las autoridades
En la intemperie aseguran estar al menos 80 familias del sector “Nueva Esperanza”, situado en el municipio Rafael Urdaneta, pues desde que las primeras personas tomaron la zona, hace más de cinco años, debieron improvisar una toma de agua para, a duras penas, abastecer a 10 viviendas con el servicio, las cuales están a la orden del día para llenar tobos, poncheras y ollas al resto de las familias que hacen vida en el caserío. «Desde que tomamos este lugar en 2007 no contamos con servicios. Tuvimos que conectarnos con mangueras a una toma adyacente para surtirnos de agua. Y hacemos nuestras necesidades en bolsas. Jamás hemos recibido una visita de las autoridades», manifestó Morelis Castro, quien se sabe invasora y relató que son pocas las casas que cuentan con electricidad, ya que sólo hay un poste de luz en la zona.
Aún cuando sólo unas 10 familias fueron las que inicialmente tomaron el terreno, en la actualidad se han sumado al menos 70 grupos más, provenientes del Tuy, quienes con planchas de zinc, palos y cartón han logrado levantar en el lugar ranchos, casas a medio construir o marcar un espacio, sin planificación urbana para instalar los servicios básicos; dando pie a un ambiente de anarquía, donde, dicen los vecinos, reina el olvido de las autoridades. Por si fuera poco, las aguas de la quebrada que circula por la parte posterior del caserío se desbordan en tiempo de lluvia y amenazan con arrastrar los corotos, enseres y hasta los propios tarantines que fungen viviendas. Así lo relató Castro, quien es madre de pequeños morochos, y perdió en octubre pasado a su sobrino cuando éste intentaba restablecer la conexión de luz, mientras lidiaba con la maraña de cables pegados al poste del sector. «Mi sobrino se murió y el poste sigue echando humo y haciendo corto circuito», sostuvo.
A pesar de que los vecinos insisten en la idea de constituir un consejo comunal para conseguir casas a través de la Misión Vivienda Venezuela y otros beneficios para las madres humildes y sus parientes, desconfían de los programas sociales que promueve el Gobierno nacional, dado que, a juicio de Castro, ninguna de las familias recibe subsidios, ni ayudas como Madres del Barrio y los beneficios que tanto requieren. «Hacemos un llamado al alcalde Edicson Sarmiento para que nos visite y atienda nuestras problemáticas, ya que estamos como desaparecidos del mapa, ni siquiera sabe que existimos. Somos decenas de familias las que necesitamos de una ayuda gubernamental», manifestó la madre de familia, al tiempo que reiteró el llamado al primer mandatario de Miranda, Henrique Capriles Radonski, para sustituir los ranchos por casas y lograr ejecutar con premura un plan de vivienda integral.
Necesitados
Liliana Mesa, quien reside desde hace pocos días en la comunidad, aunque reconoce que el lugar no reúne las condiciones básicas para la habitabilidad, explica que las familias que llegan al lugar son personas pobres, con hijos y muchas carencias. «Tengo cerca de una semana que llegué. Al igual que muchos vecinos no poseo los recursos para pagar una vivienda, por eso invadí un terreno para hacer un rancho y poder vivir con mis dos hijos», dijo.
MIP-TUY Agencia/Julio Materano