Han arruinado el país, dejándolo sumido en deudas y problemas, mientras surgen unos pocos nuevos multimillonarios, neoburgueses o boliburgueses, que se han enriquecido groseramente al amparo del régimen
“Cuando alguien asume un cargo público, debe considerarse a sí mismo como propiedad pública”. En Venezuela hoy se hace lo contrario, el funcionario alto burócrata considera que todo lo público es de él, usándolo y apropiándoselo como le viene en gana.
La anterior cita de Tomás Jefferson “no aplica” en la Venezuela de estos días. La honestidad y la entrega al servicio se han transformado en podredumbre y usufructo del poder y el cargo. El servidor público del cogollo no sirve, se sirve a sí mismo de la posición de servicio que se le ha confiado. Ya basta, el cambio no debe esperar más, hay que desechar las sanguijuelas, así como a los corruptos hay que alejarlos de las tetas del erario público. Cuando las sanguijuelas se detengan, los recursos alcanzarán para todo y para todos.
“Agarren al ladrón, agarren al ladrón”, suelen gritar los rateros carteristas después de un zarpazo, para despistar, justo cuando salen corriendo tras un supuesto caco que imaginariamente huye delante de ellos. Cuando escuchamos a Diosdado Cabello denunciar como corruptos a diputados y dirigentes de la oposición, cuando el inmaduro que usurpó la Vicepresidencia de la República señala de delincuentes a líderes de la alternativa democrática, o cuando hacen lo propio segundones del tercer nivel como Carreño, estamos escuchando el tradicional “agarren al ladrón”, cuando son ellos los de la conducta indigna, reprochable e inaceptable, que no nos debemos calar más.
La gestión de Hugo Chávez, así como la de los que ante la incapacidad física y no sabemos si mental de este ejercen el poder en su nombre, han arruinado el país, dejándolo sumido en deudas y problemas, mientras surgen unos pocos nuevos multimillonarios, neoburgueses o boliburgueses, que se han enriquecido groseramente al amparo del régimen, con impunidad plena, sin jueces que sentencien, sin Contralor ni Fiscal que investiguen, sin Asamblea que vigile, sin justicia. Pero hay algo más, las gallinas están cantando como gallos. Los podridos en recursos mal habido, están llamando corruptos a quienes no lo son.
Una constante conducta del régimen es la iniciada por el decadente Presidente, que consiste simplemente en endilgar a opositores lo que ellos están haciendo o piensan hacer. Nos llaman golpistas, pero quien dio golpe de Estado fue Chávez, cuando dejó a centenares de venezolanos asesinados en las calles del país un 4 de febrero, cuando corría 1992, e intentó derrocar el gobierno constitucional del Presidente Pérez por la vía de las armas. Es bueno recordar que los diputados de entonces -incluidos los de A.D., partido gobernante y mayoritario- hicimos cesar en el cargo a Pérez por vía constitucional, a través de juicio y con todas las garantías procesales.
Dijeron en la pasada campaña presidencial que de ganar Capriles este impondría un paquetazo neoliberal, y ahora nos dan una bofetada con el paquetazo neoliberal de Maduro, que no solo vuelve leña al débil “bolívar fuerte”, sino que desata una brutal inflación, de la cual el mayor afectado es el más humilde.
Ni con su anterior sueldo de chofer de Metrobús, ni poco luego con sus ingresos como alto funcionario público, Maduro puede demostrar cómo y de dónde obtuvo honestamente los reales para vivir como vive y tener lo que tiene. Diosdado Cabello es un magnate, se le atribuye propiedad de numerosas empresas y se sabe de sus vinculaciones con compatriotas enriquecidos a alta velocidad.
Bien sabemos que los multimillonarios boliburgueses no son solo los descollantes Maduro y Cabello. Cuando la corrupción y podredumbre del régimen hacen agua, el Tesoro de la Nación está en el piso, mientras el cogollo del régimen podrido y carcomido grita “Agarren al ladrón, agarren al ladrón”.
Paciano Padrón / pacianopadron@gmail.com