Cantaleta que cojea por ambos extremos, porque ni esta satrapía es propiamente revolucionaria, ni existe tal guerra contra ella en los términos de Maduro: según él, la «burguesía apátrida»
Fernando Luis Egaña
Mientras la situación general del país se hace cada vez más absurda y complicada, vale decir «kafkiana», como afirma Teodoro Petkoff, el vice Nicolás Maduro se reafirma como protagonista de la tragedia bufonesca con la cantaleta de la guerra contra la «revolución».
Cantaleta que cojea por ambos extremos, porque ni esta satrapía es propiamente revolucionaria, ni existe tal guerra contra ella en los términos de Maduro: según él, la «burguesía apátrida» encabeza una ofensiva desestabilizadora en el campo de batalla económico que, además, está siendo combatida a fondo de acuerdo con las instrucciones precisas del comandante-presidente… Si no fuera por lo angustioso y opresivo del presente venezolano, sólo provocaría chotear la burda palabrería del señor Maduro, pero las cosas se están enredando tanto que es preferible considerarlas con algo más de cuidado. Si Maduro en verdad creyera lo que dice, no estaría donde está, porque los Castro no confiarían su futuro rentístico a un tonto de capirote.
Y si su retórica de vituperio y amenaza es pura pose en la competencia a muerte por la sucesión, pues estaría escupiendo para arriba, porque lo único que consigue es agravar la crisis y por tanto empinar más la cuesta que le tocaría subir, lo que, sin duda, no podría ser más grato para sus rivales rojos, Cabello el primero pero no el único.
Pasa que los segundones están atrapados en la maraña discursiva del señor Chávez. Solo que éste lograba dar sus vueltas de carnero para matizar el garrote con la zanahoria. En la mañana podía dar vivas a Corea del Norte, y en la tarde firmar una contrato preferencial con la ChevronTexaco. Y sin pestañear.
La guerra imaginaria que proclama Maduro es una especie de caricatura de la inventiva de su jefe no-cubano. Y la guerra real sí existe pero es otra. Es la guerra del régimen de Chávez y Maduro en contra del potencial venezolano, en la que han logrado la hazaña de desbaratar al país con el petróleo por las nubes.
Ah, y la guerra que probablemente más le ocupe, o la guerra entre los aspirantes a quedarse con la silla vacía de Miraflores.