El venezolano Hugo Chávez ha sido el último de casi una treintena de presidentes fallecidos mientras ejercían el poder en las últimas décadas por causas naturales o en accidentes. En Venezuela, además de Chávez, murieron en la presidencia Juan Vicente Gómez, en 1935, y Francisco Linares Alcántara, en 1878.
Entre los líderes muertos en el cargo en Latinoamérica figura Juan Domingo Perón, el 1 de julio de 1974 de un paro cardíaco, unos meses después de asumir por tercera vez la presidencia de Argentina tras su victoria electoral. También por causas naturales murió Francois Duvalier, presidente constitucional y luego dictador de Haití, en abril de 1971 después de tres meses de enfermedad.
Uno de los presidentes estadounidenses más recordados, Franklin D. Roosevelt, también murió en el cargo, el 12 de abril de 1945, apenas seis meses después de ganar la elección para su cuarto mandato, a causa de una hemorragia cerebral.
El 2 de abril de 1974 falleció el presidente francés Georges Pompidou a consecuencia de la «enfermedad de Waldenstrom», una rara forma de leucemia, lo que le impidió acabar el mandato que había comenzado tras su victoria en las elecciones de 1969.
Gamal Abdel Nasser, presidente egipcio desde 1954, murió de un ataque al corazón el 28 de septiembre de 1970. Sólo unas horas antes había mediado en una disputa entre el líder palestino Yaser Arafat y el rey Husein de Jordania.
También murieron en el poder el presidente turco Turgut Ozal en abril de 1993; el de Austria Thomas Klestil horas antes de expirar su mandato en julio de 2004; el de Kosovo Ibrahim Rugova en enero de 2006, y el presidente serbio-bosnio Milan Jelic, en septiembre de 2007.
En los países con regímenes autoritarios o dinásticos es habitual que los máximos dirigentes no abandonen el poder hasta su muerte, por lo que la mayoría fallecen en el cargo. Es el caso de Corea del Norte con la muerte del presidente Kim Jong Il, el 17 de diciembre de 2011, a los 69 años. Su padre y antecesor, Kim Il Sung, también murió en la presidencia, el 8 de julio de 1994, de un ataque al corazón.
Lo mismo ocurrió en la antigua Unión Soviética con dirigentes como Iósif Stalin, fallecido en 1953, o Leónidas Breznev, quien murió en noviembre de 1982 tras años de salud precaria y conjeturas. Parecida incertidumbre desató la enfermedad sufrida por el mariscal Josip Broz «Tito», líder de la antigua Yugoslavia, cuya muerte el 4 de mayo de 1980 supuso el fin de la integridad territorial del país.
Mao Zedong, el «gran timonel» chino, que gobernó el país desde 1948 hasta su muerte en septiembre de 1976, falleció tras una larga enfermedad a los 82 años. La misma edad tenía el dictador español Francisco Franco cuando murió el 20 de noviembre de 1975, después de casi cuatro décadas en el poder.
El presidente sirio Hafez al Asad murió en junio de 2000, después de tres décadas al frente del país. Otros dirigentes fallecidos en los últimos años de muerte natural cuando ostentaban el poder fueron Saparmurat Niyázov, de Turkmenistán (2006); Levy Mwanawasa, de Zambia (2008); Omar Bongo, de Gabón (2009), y Umaru Yar’Adua, de Nigeria (2010).
En 2012 murieron el presidente de Malaui Bingu Wa Mutharika, el de Ghana John Atta Mills y el de Guinea Bissau Malam Bacai Sanha. El líder palestino Yaser Arafat falleció el 11 de noviembre de 2004 a consecuencia de una enfermedad cuyo origen aún se investiga.
En otros casos, las muertes fueron consecuencia de accidentes aéreos, como la del presidente polaco Lech Kaczynski, en abril de 2010, o la del macedonio Boris Trajkovski, en febrero de 2004. Jaime Roldós Aguilera, presidente ecuatoriano, falleció en mayo de 1981 también en un accidente aéreo, la misma suerte que corrió René Barrientos Ortuño, máximo dirigente de Bolivia que perdió la vida en 1969.
EFE