Pedro Yánez no se doblega ante la larguísima cola de venezolanos que vienen de todo el país y espera ingresar a la capilla ardiente donde yace el cuerpo del fallecido presidente Hugo Chávez. Desde el sureño estado Bolívar, este hombre llegó con el anhelo de ver a su líder «aunque sea un segundo», afirmó.
«Es que tengo que verlo, ver al hombre más grande que ha dado este país en cien años», dijo a la AFP Yánez entre lágrimas, mientras avanza lentamente hacia la capilla ardiente abierta ininterrumpidamente hasta el viernes en la Academia Militar, en el suroeste de Caracas.
«No me quiero ir de aquí, aunque me ponga enfermo de tanto esperar para verlo», añadió este trabajador de la alcaldía de Ciudad Piar, en Bolívar (a 450 Km al sureste de Caracas) y que dejó a su esposa y tres hijos en casa para hacer el viaje.
En las inmediaciones de la Academia se han formado tres colas de gente -una exclusivamente para ancianos- que se pierden zigzagueantes más allá del Paseo Los Próceres, donde se hacen los desfiles militares en Caracas y que conecta con la entrada principal del edificio.
Los simpatizantes de Chávez llegaron a Caracas desde diferentes estados del país y esperan, algunos bajo sombrillas para cubrirse del sol incandescente, hasta nueve horas para ver a su carismático líder, que falleció la tarde del martes víctima de un cáncer tras gobernar desde 1999.
Lenon Contreras y su novia tomaron una carpa, algo de comida y viajaron en autobús desde Ciudad Guayana, a 500 km al sureste de Caracas, poco después de que el vicepresidente Nicolás Maduro anunciara la muerte de Chávez en una cadena nacional. «Estábamos en casa viendo televisión y vimos que la cadena tenía aires de luto», recuerda Annetasha Campos, la novia de Contreras.
«No nos vamos de aquí hasta que veamos al presidente. Es todo muy triste, como si fuera un familiar, nos sentimos impotentes», añadió el joven transportista, explicando que descansaron unas horas y empezaron a hacer cola a las tres de la madrugada y al mediodía están muy lejos de ingresar a la capilla.
Pese a la perseverancia de la gente para ver a Chávez, Yánez considera que muchos no llegarán a verlo antes de su entierro, el viernes y cuyo lugar no ha sido develado, aunque el gobierno ha anticipado que respetará la voluntad de la familia del fallecido presidente.
Sin embargo, otros como Rafael González se sienten afortunados de haber visto por última vez a Chávez. «Sentí una emoción tan grande, le dimos el último adiós y ahora vamos a seguir con su legado», dijo este comerciante de 50 años.
«Tiene una banda presidencial, con una cadena con medallas o condecoraciones y está vestido con un traje de gala militar. Tiene un buen semblante, como en la última foto de Cuba», describió González, recordando las fotografías que el gobierno difundió días antes mostrando a Chávez junto a sus hijas en un hospital de La Habana, donde se sometió a su cuarta y última cirugía contra el cáncer antes de fallecer.
Freddy Méndez también se siente con suerte porque un guardia militar le ayudó a colarse y explicó que está permitido ver a Chávez «durante un segundo». «Te persignas y retiras, no se puede tocar la urna», comentó, agregando que está prohibido ingresar al recinto con cámaras o celulares.
AFP