La presencia de centenares de miles de venezolanos en el funeral del presidente Hugo Chávez recuerda las multitudinarias demostraciones populares que se multiplicaron en el mundo en las exequias de personalidades políticas, religiosas o del mundo artístico.
AMERICA:
En Argentina, la ceremonia fúnebre por Eva (Evita) Perón, fallecida a los 33 años el 26 de julio de 1952 convocó durante varios días, a unos dos millones de personas en Buenos Aires.
A la muerte de Juan Perón, una multitud desfila ante su féretro el 4 de julio de 1974, convergiendo un millón de personas hacia el centro de la capital argentina.
Antes, en febrero de 1936, un cortejo de centenares de miles de personas, que ocupó unos cinco kilómetros en las calles, acompañó los restos del cantante y compositor de tangos Carlos Gardel.
En Estados Unidos, en los funerales nacionales de John F. Kennedy en noviembre de 1963 en Washington, más de un millón de personas rindieron un silencioso homenaje al presidente asesinado.
EUROPA:
En abril de 2005, las exequias del papa Juan Pablo II convocaron en la plaza San Pedro en el Vaticano a más de un millón de fieles. Multitudes se congregaron en diversos rincones del mundo, principalmente en Cracovia, donde unas 800.000 personas rezaron y siguieron el funeral en pantallas gigantes.
En setiembre de 1997, más de un millón de personas se inclinaron ante el pasaje del féretro de la princesa Diana rumbo a una ceremonia religiosa en Westminster.
La muerte de los principales líderes del bloque comunista en Europa del este también convocaron multitudes. Ante el deceso de Stalin en 1953, cinco millones de personas formaron una fila de espera de diez kilómetros para honrar al llamado «padrecito de los pueblos».
ASIA:
En India, cerca de un millón de personas se congregaron en setiembre de 1997 en Calcuta para despedir a la Madre Teresa, la religiosa albanesa que había consagrado su vida a los «más pobres entre los pobres».
En 1948, dos millones de indios asistieron a los funerales de Mahatma Gandhi y más de un millón a la cremación del Primer ministro Pandit Nehru en 1964. Veinte años más tarde, las exequias de la Primera ministra Indira Gandhi atrajeron a un millón de personas.
En China, ante la muerte de Mao Tse-tung en 1976, se paraliza la actividad en todo el país para que la población participe en su funeral en la plaza Tiananmen de Pekin, congregándose un millón de personas.
En julio de 1994, las exequias del fundador de Corea del Norte, el líder comunista Kim Il-Sung, provoca escenas de dolar sin precedentes en las calles de Pyongyang. Dos millones de personas rinden homenaje durante el cortejo oficial, según medios norcoreanos, y más de un millón según observadores surcoreanos.
En diciembre de 2011, el país organiza también grandiosas exequias para su hijo Kim-Jon-Il, y la televisión estatal muestra a centenares de miles de civiles y militares llorando a su líder fallecido.
MEDIO ORIENTE:
En el mundo árabe, las movilizaciones populares son siempre masivas en ocasión de la muerte de sus líderes políticos. En 1970, una marea humana acompaña el féretro del presidente egipcio Gamal Abdel Nasser por las calles de El Cairo.
En junio de 1989, en una atmósfera de histeria colectiva, se celebra la ceremonia fúnebre en Teherán del ayatola Jomeiny, fundador de la República Islámica de Irán. Varios millones de personas acompañan al «guía» hasta su última morada.
En noviembre de 1995, un millón de israelíes y centenares de dignatarios extranjeros, entre ellos numerosos dirigentes árabes, confluyeron en Jerusalén para las exequias del Primer ministro Yitzhak Rabin.
En noviembre de 2004, en Ramalá, una marea de Palestinos se apretuja para rendir homenaje a su jefe histórico, Yasser Arafat.
Pero es una artista, la cantante egipcia Oum Kalsum, quien según la prensa árabe, convocó a la mayor multitud en 1975, cuando varios millones de personas se volcaron a las calles de El Cairo para acompañar su féretro.
AFP