«Yo también quiero ser presidente de Venezuela»: con 14 años de edad, la misma cantidad de años que Hugo Chávez pasó en el poder, Adrián Avila es de los numerosos jóvenes venezolanos que ha pasado casi toda su vida bajo el mandato del expresidente, fallecido el martes pasado.
En medio de la inmensa y ruidosa muchedumbre vestida de rojo -el color de los partidarios de Chávez- en los alrededores de la Academia militar en Caracas, donde está expuesto el cuerpo del expresidente, se destaca el uniforme verde del cadete Adrián.
Como su mentor, un exteniente coronel, él sigue una formación militar. «El ha hecho muchas cosas, es un padre en el mundo militar», declara a la AFP el joven cadete. «El ha cambiado mi manera de pensar (…) Yo recordaré su fuerza, su carisma», prosiguió.
Según la ONU, el 30% de la población venezolana de alrededor de 29 millones de personas tiene menos de 15 años.
No forzosamente tan politizados como sus mayores, los jóvenes venezolanos interrogados en las calles de Caracas dos días después de la muerte de su líder omnipresente, raramente son indiferentes a la etapa que se cierra en su país.
Candi Sifontes, de 22 años, estudiante de enfermería que vende pequeños brazaletes con los colores patrios a quienes aguardan para pasar ante el féretro en la Academia militar, recuerda que Chávez «ha abierto muchas universidades. Antes, nosotros no podíamos estudiar, hoy sí». «Esperamos que todo sea mejor, pero no lo creo», dijo la joven, atenuando su optimismo.
A su lado, Lisea Alvarez, una liceal de 14 años, largos cabellos castaños, que se protegía del sol bajo un paraguas, admite: «para mí, era como un padre». «En sus 14 años de mandato -toda mi vida- todo cambió, ya sea la vivienda, por los ancianos, hizo mucho por mis abuelos», explica Lisea. «Fue muy bueno, por eso lo veo como un padre, una persona así es un padre para todo el mundo», afirma.
Este tipo de declaraciones se reitera, generalmente salpicadas por temores sobre el futuro de los proyectos sociales impulsados por Chávez.
En el barrio de clase alta de Chacao, en el este de la capital, la imagen del exmandatario no es tan positiva, aunque la juventud más acomodada no rechaza en bloque todas las iniciativas del líder que dominó la política del país durante casi 15 años.
Ender Manuel Da Silva, un camarero de 22 años, que viste bermudas y zapatos deportivos fluo, con una pelota en sus pies, se dispone a jugar al fútbol con algunos amigos: «en mi familia son casi todos opositores, pero yo veo las dos caras de la moneda, aunque no estoy en favor de la revolución bolivariana, reconozco que se han hecho buenas cosas».
Entre los aspectos positivos destaca las misiones sociales, pero critica la criminalidad endémica y los problemas de empleo. «Yo tenía ocho o nueve años (cuando Chávez fue electo por primera vez, a fines de 1998), no fue una época feliz», recuerda Ender.
«La juventud trata de no hablar de política. Dejamos que los adultos discutan, nosotros hacemos deporte, estudiamos», agrega. Según Elder es «a partir de los 25 o 30 años que (la gente) quiere a Chávez, a nosotros no nos dio nada».
Vilca Fernandez, estudiante de ciencias políticas de 30 años, recuerda que pasó cinco años sin hablarse con uno de sus hermanos partidario de Chávez. «Pero hoy las cosas andan mejor», admite.
Contrariamente a sus homólogos chavistas, los jóvenes opositores aspiran a un «cambio» político. La respuesta la darán las urnas, a las que serán convocados los venezolanos en los próximos 30 días, plazo previsto por la Constitución para la celebración de una nueva elección presidencial.
AFP