Capriles conoció por primera vez la derrota en las elecciones del 7 de octubre frente a Chávez, que le dieron al líder socialista un periodo de otros seis años, interrumpido por su muerte a los 58 años, el 5 de marzo, a consecuencia de un cáncer.
Pero en los comicios regionales de diciembre, este abogado de 40 años retuvo la gobernación de Miranda (norte), una de las tres de 23 regiones que el chavismo no logró arrebatar.
Con su victoria, mantuvo además el liderazgo de la heterogénea alianza opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD).
Capriles, de complexión atlética y voz rasgada, buscará derrotar a Maduro como hizo con otros ex vicepresidentes: Elías Jaua (2010-2012), actual ministro de Exteriores, y Diosdado Cabello (2000-2002), ahora presidente del Parlamento, a quienes venció en Miranda en diciembre último y en 2008, respectivamente.
«Ya llevo dos vicepresidentes que los he raspado (derrotado), ya llevo dos (…) la tercera es la vencida», dijo hace dos semanas este político que da contadas ruedas de prensa.
Logró su liderazgo opositor en unas inéditas primarias en febrero de 2012, tras las cuales recorrió el país puerta a puerta en una frenética campaña de meses por la presidencia, con un discurso breve y sencillo centrado en los problemas cotidianos de la gente.
Su estilo de campaña, que hizo recordar la del entonces casi desconocido Chávez en 1998, le permitió recortar distancias y obtener más de 6,5 millones de votos (44%), la mejor votación para un dirigente opositor durante los 14 años de gobierno del líder socialista, que obtuvo 55%.
Ahora, Capriles, que inscribirá formalmente su candidatura este lunes, deberá repetir la faena pero en tiempo récord: la campaña será de diez días, entre el 2 y el 11 de abril.
El modelo brasileño
Capriles se presenta como el «candidato del progreso», asegura sentirse «cómodo» cuando se le ubica en el centro-izquierda y cree que la prioridad del Estado deben ser las políticas sociales.
Ante un modelo en el que, dice, «el Estado controla todo», aboga por «combinar el Estado con el esfuerzo privado y darle la oportunidad al que está en la pobreza de tener empleo», inspirado en el modelo de la izquierda brasileña.
También propone acabar con algunas prerrogativas que promovió Chávez, como la reelección indefinida, y leyes como la que permite las expropiaciones de tierras.
Desde las filas oficialistas lo identifican con el desgastado sistema de partidos contra los que Chávez arrasó al ganar la elección de 1998, pero Capriles asevera que tiene dos adversarios: «Los que hoy están en el gobierno y los que saben que conmigo no vamos a regresar a lo de antes, a los vicios».
Como Chávez, Maduro lo llama «majunche», un término que significa «poca cosa», y recientemente el presidente encargado lo tildó de «príncipe decadente de la burguesía parasitaria», acusándolo de conspirar contra el gobierno desde el extranjero.
Pero Capriles suele evitar responder a los ataques y ha contrapuesto un mensaje de inclusión al discurso beligerante de los dirigentes oficialistas.
Hijo de una familia pudiente y nieto por línea materna de judíos polacos sobrevivientes del Holocausto –aunque se define como católico creyente–, Capriles es un abogado con especialización en derecho económico.
Empezó su carrera política muy temprano cuando con 26 años fue electo diputado y presidente de la desaparecida Cámara de Diputados, de la mano de uno de los partidos tradicionales, el Copei (demócrata-cristiano, derecha).
En 2000 ganó la alcaldía del municipio caraqueño de Baruta apoyado por el recién creado partido socialcristiano Primero Justicia, al que sigue perteneciendo.
En 2004 fue reelegido alcalde, tras pasar cuatro meses preso acusado de no actuar ante un ataque sufrido por la embajada de Cuba durante el golpe de Estado que despojó brevemente del poder a Chávez en abril de 2002, cargos de los que finalmente fue absuelto.
En 2008 ganó la gobernación de Miranda (norte) frente a Cabello, una de las figuras más fuertes del bando oficialista.
Como gobernador, se le reconoce especialmente el trabajo en educación, con la recuperación de colegios y planes para aumentar la matrícula escolar, así como otros programas para reparar viviendas humildes y promover la salud gratuita.
Soltero y sin hijos, Capriles era definido por una colaboradora cercana como un hombre «sencillo» e «incansable» cuyas principales motivaciones son el trabajo y el deporte.
Capriles conoció por primera vez la derrota en las elecciones del 7 de octubre frente a Chávez, que le dieron al líder socialista un periodo de otros seis años, interrumpido por su muerte a los 58 años, el 5 de marzo, a consecuencia de un cáncer.
Pero en los comicios regionales de diciembre, este abogado de 40 años retuvo la gobernación de Miranda (norte), una de las tres de 23 regiones que el chavismo no logró arrebatar.
Con su victoria, mantuvo además el liderazgo de la heterogénea alianza opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD).
Capriles, de complexión atlética y voz rasgada, buscará derrotar a Maduro como hizo con otros ex vicepresidentes: Elías Jaua (2010-2012), actual ministro de Exteriores, y Diosdado Cabello (2000-2002), ahora presidente del Parlamento, a quienes venció en Miranda en diciembre último y en 2008, respectivamente.
«Ya llevo dos vicepresidentes que los he raspado (derrotado), ya llevo dos (…) la tercera es la vencida», dijo hace dos semanas este político que da contadas ruedas de prensa.
Logró su liderazgo opositor en unas inéditas primarias en febrero de 2012, tras las cuales recorrió el país puerta a puerta en una frenética campaña de meses por la presidencia, con un discurso breve y sencillo centrado en los problemas cotidianos de la gente.
Su estilo de campaña, que hizo recordar la del entonces casi desconocido Chávez en 1998, le permitió recortar distancias y obtener más de 6,5 millones de votos (44%), la mejor votación para un dirigente opositor durante los 14 años de gobierno del líder socialista, que obtuvo 55%.
Ahora, Capriles, que inscribirá formalmente su candidatura este lunes, deberá repetir la faena pero en tiempo récord: la campaña será de diez días, entre el 2 y el 11 de abril.
El modelo brasileño
Capriles se presenta como el «candidato del progreso», asegura sentirse «cómodo» cuando se le ubica en el centro-izquierda y cree que la prioridad del Estado deben ser las políticas sociales.
Ante un modelo en el que, dice, «el Estado controla todo», aboga por «combinar el Estado con el esfuerzo privado y darle la oportunidad al que está en la pobreza de tener empleo», inspirado en el modelo de la izquierda brasileña.
También propone acabar con algunas prerrogativas que promovió Chávez, como la reelección indefinida, y leyes como la que permite las expropiaciones de tierras.
Desde las filas oficialistas lo identifican con el desgastado sistema de partidos contra los que Chávez arrasó al ganar la elección de 1998, pero Capriles asevera que tiene dos adversarios: «Los que hoy están en el gobierno y los que saben que conmigo no vamos a regresar a lo de antes, a los vicios».
Como Chávez, Maduro lo llama «majunche», un término que significa «poca cosa», y recientemente el presidente encargado lo tildó de «príncipe decadente de la burguesía parasitaria», acusándolo de conspirar contra el gobierno desde el extranjero.
Pero Capriles suele evitar responder a los ataques y ha contrapuesto un mensaje de inclusión al discurso beligerante de los dirigentes oficialistas.
Hijo de una familia pudiente y nieto por línea materna de judíos polacos sobrevivientes del Holocausto –aunque se define como católico creyente–, Capriles es un abogado con especialización en derecho económico.
Empezó su carrera política muy temprano cuando con 26 años fue electo diputado y presidente de la desaparecida Cámara de Diputados, de la mano de uno de los partidos tradicionales, el Copei (demócrata-cristiano, derecha).
En 2000 ganó la alcaldía del municipio caraqueño de Baruta apoyado por el recién creado partido socialcristiano Primero Justicia, al que sigue perteneciendo.
En 2004 fue reelegido alcalde, tras pasar cuatro meses preso acusado de no actuar ante un ataque sufrido por la embajada de Cuba durante el golpe de Estado que despojó brevemente del poder a Chávez en abril de 2002, cargos de los que finalmente fue absuelto.
En 2008 ganó la gobernación de Miranda (norte) frente a Cabello, una de las figuras más fuertes del bando oficialista.
Como gobernador, se le reconoce especialmente el trabajo en educación, con la recuperación de colegios y planes para aumentar la matrícula escolar, así como otros programas para reparar viviendas humildes y promover la salud gratuita.
Soltero y sin hijos, Capriles era definido por una colaboradora cercana como un hombre «sencillo» e «incansable» cuyas principales motivaciones son el trabajo y el deporte.