Dos regímenes socialistas, dos legados, dos líderes máximos, carismáticos y controvertidos que dejaron el mando, uno por muerte y otro por enfermedad, con sucesores por ellos designados: Cuba y Venezuela, dos transiciones con algunas similitudes y grandes diferencias.
Aunque sus gobiernos y seguidores rechazan los paralelismos entre ambos países atados económica y políticamente, la muerte del presidente Hugo Chávez, hijo político de Fidel Castro, rememoró esa alianza en Venezuela, inmersa ya en una dura campaña para designar al nuevo gobernante en elecciones el 14 de abril.
«Con Cuba seguimos firmes», afirmó esta semana el presidente encargado y candidato oficialista, Nicolás Maduro, a quien la oposición ha llamado despectivamente el «candidato de La Habana».
«Esto no es Cuba, el gobierno cubano no va a mandar en Venezuela, aquí estamos millones de venezolanos que vamos a defender (…) la no injerencia», criticó el candidato opositor Henrique Capriles.
Chávez, fallecido el 5 de marzo a los 58 años, había designado en diciembre a Maduro heredero político antes de partir a Cuba para una cuarta cirugía contra el cáncer, sobre el que no se ha revelado información clínica. Tampoco en relación a la hemorragia intestinal que Fidel, de 86, sufrió en 2006 y lo alejó del poder.
Desde la llegada de Chávez al poder en 1999, Venezuela se convirtió en aliada estratégica de Cuba, a la que suministra más de 130.000 barriles de petróleo diarios que La Habana paga en parte con el trabajo de unos 40.000 médicos y otros profesionales.
¿Sucesión?
Analistas venezolanos, afines y críticos a Chávez, coinciden en destacar que, además de tener dos procesos históricos distintos, Maduro debe ser sometido a elección directa, en tanto que Raúl Castro fue designado presidente por el parlamento.
«Hay sucesión, pero Cuba es un régimen cerrado, allí la sucesión fue más controlada, Venezuela se cuida en guardar las formas democráticas», comentó la analista María Teresa Romero, de la Universidad Central de Venezuela (UCV).
Para los analistas Nicmer Evans y Farith Fraija, ambos países coinciden en la voluntad de conservar la revolución, pero son sistemas políticos diferentes. «En Venezuela no hay sucesión. Aquí hay una designación de un candidato que va a ir a elecciones, que será refrendado en 30 días», subrayó Fraija.
El analista Carlos Romero, crítico del gobierno, opinó que «aunque en ambos casos la sucesión se ha dado sin vacío político», una diferencia importante es que «la oposición partidista existe en Venezuela, mientras en Cuba, con partido único, no es permitida».
«El problema de Rául es la burocracia, la oficina. El de Maduro, la oposición, la calle», estimó. En ambos países, los líderes dejaron el engranaje listo para que se siguiera adelante en su ausencia. Tanto Maduro como Raúl han pedido unidad, para evitar que colapsen los logros de la revolución.
El que imita fracasa
Desde que saltó al primer plano con Chávez en lo peor de la enfermedad, Maduro, con fama de negociador, alzó la voz contra los opositores, a quienes llama «pandilla oligarca» y «fascistas», interpela con familiaridad a los seguidores, cuenta anécdotas e incluso adopta ademanes, al estilo de su mentor.
«No es que yo lo quiera imitar, es que yo lo admiro, lo considero mi padre, mi maestro, mi guía», expresó este miércoles Maduro, quien ha reiterado ante las multitudes: «Yo no soy Chávez, soy su hijo». «Él tendrá que mantener elementos iconográficos importantes y poner los propios en la inauguración de la nueva etapa. Nicolás no es Chávez. Tiene que imprimir su sello personal», consideró Evans.
AFP