La industria petrolera de Venezuela, con problemas de inversión para aumentar la producción, enfrenta la tendencia a la baja en las importaciones de Estados Unidos, su mayor cliente, y apuesta a diversificar sus mercados, con China a la cabeza.
El mercado estadounidense se ha mantenido como el principal destino del crudo venezolano, a pesar de las diferencias políticas de Washington y Caracas -sin embajadores desde 2010- que marcaron el gobierno del fallecido presidente Hugo Chávez (en el poder desde 1999 a 2013), pero los envíos se han reducido en los últimos años.
De los 1,38 millones de barriles diarios en 2007, las exportaciones cayeron a 906.000 en 2012, según cifras del Departamento de Energía de Estados Unidos. Los estadounidenses «cada vez importan menos de Venezuela y cada vez necesitarán menos de Venezuela», lo que genera un problema para Caracas, estimó el analista Diego González.
«¿A quién más van a venderle petróleo en cash (efectivo) como pagan en Estados Unidos?», agregó este ingeniero petrolero, en referencia a otros países, en el Caribe y Suramérica, que importan crudo venezolano con condiciones de pago preferenciales impulsadas por Chávez, incluso con intercambio de crudo por servicios.
Rafael Quiroz, ex directivo de la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) explicó a la AFP que «en los últimos cuatro años se ha venido recortando exportaciones hacia Norteamérica por razones de atender otros mercados y abrir el portafolio de clientes».
De hecho, las exportaciones petroleras a Estados Unidos en 2012 cayeron 10,84% hasta 37.406 millones de dólares, en medio de un periodo de alza en el precio de la cesta venezolana de crudo y sus productos derivados, según la cámara de comercio venezolano-americana (Venamcham).
Estados Unidos, que mantiene una agenda de eficiencia en el consumo energético y ha impulsado inversiones y tecnología en campos de petróleos no convencionales, alcanzará su «independencia energética» hacia el 2020, cuando se convertiría en el primer productor de crudo del planeta, augura la Agencia Internacional de Energía.
«No es fácil cambiar el cliente de Estados Unidos por cualquier otro cliente y lo más difícil es que los crudos venezolanos van a las refinerías venezolanas en Estados Unidos, en Citgo, y esas refinerías no existen en otros países, eso no es fácil de transferir», añadió a la AFP González, presidente del Centro de Orientación de Energía.
Pero en el otro lado del mundo, Venezuela encontró a China y sus crecientes demandas energéticas, y construyó con el gigante asiático una profunda cooperación económica y política.
Desde 2008, las exportaciones de petróleo a China se duplicaron hasta 640.000 barriles diarios actualmente. De ese monto, 264.000 se destinan a pagar la deuda acumulada por los créditos que Pekín le ha otorgado a Venezuela en los últimos años por más de 30.000 millones de dólares.
La AIE, brazo energético de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), criticó que Chávez dejó una industria petrolera «en dificultades financieras, infraestructuras petroleras que necesitan desesperadamente inversiones (…) y una producción de petróleo futura en parte hipotecada con acreedores chinos», según un informe del organismo divulgado el miércoles.
Según la AIE, tanto el volumen como la calidad del crudo enviado a China «varían mes a mes» y el «errático» cumplimiento del contrato preocupa a Pekín, que «podría atrasar el desembolso de los fondos si no se resuelven o empeoran los problemas durante el nuevo gobierno».
Aumentar producción
La dificultad de Venezuela para atender sus mercados tradicionales y los nuevos polos de demanda energética radica en la falta de inversiones para aumentar la producción, que se mantiene «estancada» alrededor de tres millones de barriles diarios (mbd), según las cifras oficiales, dijo Quiroz. Según la OPEP, la oferta de crudo en este país con las mayores reservas de crudo en el planeta es menor, de 2,3 mbd.
Los planes del gobierno estimaban llevar la producción a casi seis millones en 2012, pero esa meta se cambió a 2019, tras los muchos retrasos en las inversiones destinadas a los proyectos de PDVSA y empresas extranjeras que operan como socios minoritarios en la Faja Petrolífera del Orinoco, un rico yacimiento de crudos pesados en el este venezolano.
Según los analistas, PDVSA, que se convirtió en el motor del gobierno venezolano en medio del tsunami de precios del crudo, fue destinada a financiar los populares planes sociales de Chávez, en detrimento de las inversiones en el sector. Según Quiroz, a la compañía petrolera «se le ha distraído en actividades que no le son propias» y «no tiene flujo de caja y disposición financiera para hacer las inversiones».
Las empresas extranjeras también son reticentes a realizar los grandes desembolsos necesarios, incómodas ante los retrasos en los pagos de PDVSA y el control que exige la estatal venezolana en sus decisiones de planificación o contrataciones.
«Es el cuello de botella más grande: la confianza en las reglas de juego. Y como es un sector que requiere altas inversiones en el corto plazo, pero los retornos son en el mediano y largo plazo, sin esa confianza difícilmente se dan las inversiones», afirmó Pedro Luis Rodríguez, coautor del libro «El petróleo como instrumento de progreso».