La inflación es un impuesto, su destino es financiar el déficit fiscal. Encontramos expresiones que aseguran que la inflación la producen los costos, salarios, impuestos; ¡falso!
Alexander Guerrero
La inflación es un fenómeno monetario y político por definición de origen y la herramienta para su propagación es el control de cambio, la imposibilidad de convertir al bolívar en algo que sirva. Nuestros lectores preguntan, qué es la inflación, palabra que oye a diario, en el barrio, en el trabajo, en su casa, en los medios, en el abasto. El concepto trillado, hasta por no-legos refiere a la inflación como un proceso de alza continua de precios, este es el preferido, el concepto más inútil. Y por ello la gente sigue preguntando, ese concepto no le explica por qué la «inflación» le come los reales del sueldo, los ahorros del banco y el colchón, es decir, le arruina su vida y lo empobrece.
Conseguimos una manera más didáctica y ciertamente intuitiva para definir inflación, y que es necesario que la gente aprenda que la inflación la traen las regulaciones, los controles, y la pérdida de las libertades, y que como tal es un fenómeno político y monetario, porque son decisiones políticas las que pervierten el curso de la moneda, y estas corren por doble vía, a saber: financiando el déficit fiscal con dinero impreso para ese fin y devaluando la moneda, para que el banco central imprima más dinero con menor poder de compra para ponerlo en manos del público.
Con esta introducción podemos definir la inflación como un continuo proceso de depreciación del poder adquisitivo de la moneda que nos impide que con la misma cantidad de dinero podamos adquirir los bienes como lo hacíamos ayer. En otras palabras, inflación es la pérdida del poder de compra del bolívar. Y lo más importante de ese concepto es que nos permite encontrar la cadena de causalidad que hace que los precios crezcan y que el poder de compra del bolívar merme. Así llegamos a dos entidades, la fiscal, el gasto público que el Gobierno ejecuta y que financia con impuestos y la renta del petróleo.
De manera que si el gasto excede el ingreso fiscal, independientemente que los precios del petróleo crezcan, así como los impuestos, ni todo el dinero del mundo podrá alcanzar para financiar un gasto público voraz que adolece de racionalidad, responsabilidad y controlabilidad. Así identificamos las fuentes de la inflación, un gobierno que gasta mucho más de lo que recibe en forma de renta del petróleo más impuestos, y lo hace por definición y razones ideológicas, lo cual requiere de las dos palancas mencionadas arriba para multiplicar los bolívares; a saber, la primera, restarle poder de compra a la moneda, al devaluar el bolívar, y la segunda, eliminada la autonomía del Banco Central, girarle instrucciones para que financie la voracidad fiscal del Gobierno. En ambos casos estamos en dos momentos del impuesto inflacionario, en esencia lo mismo.
El mecanismo institucional es el control de cambio, porque ello le permite al Estado/Gobierno depredar los precios sobre los cuales se rige el sector privado de la economía, así vemos el impacto inflacionario depredar y descapitalizar al sector privado. Eso está en la agenda del Gobierno, y el ministro d Economía así lo ha planteado. Expliquemos y permítaseme una descripción intuitiva: el ciudadano y sus empresas pagan con la inflación por anticipado el ingreso fiscal que el Gobierno recibe del BCV a cambio de disminuir el poder adquisitivo del bolívar; devaluando su capacidad de compra o emitiendo dinero para transferirlo al fisco, directamente o a través de Pdvsa, CVG, etc. Es evidente entonces la transferencia al fisco -Gobierno- del poder de compra caído de ingresos y salarios de la gente.
Como se observa, quedan identificados los nexos y fuentes políticas y monetarios de la inflación, y aprendemos donde se origina, y la racionalidad económica -y política- que impone un gobierno fundado en un crecimiento sin límites del gasto público, que habiendo consumido un colosal endeudamiento en diez años, que toma el 66% del PIB, también acudió a la monetización del déficit fiscal, y a la devaluación, -al impuesto inflacionario- para promover una agenda redistributiva dirigida a empobrecer la clase media y arruinar sus empresas en los extremos de una política fiscal voraz. En esas condiciones la devaluación «compensa» el ingreso fiscal caído, y al caer las reservas internacionales, la devaluación envía a la economía a una severa contracción económica, en el umbral de la hiperinflación.
El entrampamiento político y económico no será resuelto reprimiendo la estructura productiva privada, todo lo contrario. Así, nada más seguro que otra maxidevaluación cuando el ingreso fiscal entre en el círculo vicioso de la inflación que lo lleva a devaluar continuamente y a financiarse en el BCV, y así sucesivamente. El Gobierno se agotó, solo le resta la violencia de la inflación y de la represión.