Agolpada junto a miles de venezolanos que abarrotaron una plaza del barrio caraqueño 23 de enero, Ana Julia vio llegar el féretro con los restos de Hugo Chávez a un antiguo cuartel ubicado en este populoso bastión del chavismo: «Míralo ahí, ahí te llevan, padre», dijo.
«Estoy feliz por ver a nuestro presidente, siempre vivirá en nuestros corazones. Por él soy lo que soy ahorita», expresó a la AFP Ana Julia Campero, quien a sus 51 años estudia Agronomía, en la Plaza 4 de febrero, a unos 200 metros del cuartel, donde este viernes fueron instaladas pantallas gigantes.
Enfundada en una camisa roja con el rostro del fallecido presidente, la mujer llegó desde el estado Carabobo (norte) y esperó desde las dos de la madrugada para verlo pasar. «Es una emoción muy grande, él es líder», afirmó. Enclavado en una colina con vista al Palacio de Miraflores, el Cuartel de la Montaña, hoy Museo Histórico de la Revolución, guardará los restos del presidente mientras se decide si es embalsamado y llevado al Panteón Nacional.
Al llegar al cuartel el cortejo fúnebre, que recorrió las grandes avenidas de Caracas desde la Academia Militar, donde los restos del presidente permanecieron nueve días en capilla ardiente, todos empezaron a corear «¡Chávez vive, la lucha sigue!» o «¡Que viva mi comandante Chávez!».
Algunos soltaron globos rojos -el color del chavismo-, otros tomaron fotos para inmortalizar el momento, lloraron o entonaron cánticos revolucionarios.
Fuertemente custodiado por militares vestidos con camisas rojas, en este cuartel -que sirvió a Chávez como base para su fallido golpe de Estado el 4 de febrero de 1992- el gobierno y los altos mandos militares rindieron al presidente los últimos honores, en una ceremonia encabezada por el mandatario encargado Nicolás Maduro, junto a la familia del líder venezolano y el gobernante boliviano, Evo Morales.
Orgullo
«Es un orgullo para nosotros que nuestro comandante esté aquí. Chávez fue un padre que nos abrió los caminos. El luto no se quita de hoy a mañana», dijo a la AFP entre la multitud Carmen González, vecina del 23 de enero y educadora de 45 años, que se capacitó gracias a los programas sociales creados por Chávez.
A pocos metros, un grupo de soldados que estaban a las órdenes de Chávez el 4 de febrero de 1992 llegaron para acompañar al mandatario, vestidos con traje de camuflaje, boina roja y un brazalete con los colores de la bandera. «Nos sentimos orgullosos porque él fue el soldado que siempre quiso el pueblo», confesó Jairo Núñez, sargento mayor de 41 años.
Carlos Díaz, sargento mayor de 43 años, está seguro que «profundizará el legado del comandante, que es el socialismo». «Y la unión cívico-militar», agregó por su parte el sargento mayor Eligio Pineda, de 41 años.
Un grupo de mujeres, que llegaron de Guacara (estado Carabobo), estuvieron en el lugar desde las seis de la mañana. «No hemos almorzado, ni desayunado, pero nos sentimos llenas», contó Janet Medina, de 35 años, líder local del oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).
«Aquí comenzó su lucha, su ideología (…) Venimos por el amor y la lealtad, seguiremos toda la vida recordando a Chávez, el hombre que nos abrió los ojos y los caminos», aseveró María Ruiz, de 42 años, también líder local del PSUV.
Una llama flameaba en la entrada del cuartel, en cuya cima ondeaba una bandera de Venezuela a media asta, junto a las enormes letras «4F» que coronan el antiguo edificio. Desde los balcones se agitaban pancartas con el rostro del líder muerto. «Hasta siempre comandante», se leía en una de ellas, pegada en una casa y firmada por el colectivo chavista La Piedrita del 23 de enero, la barriada donde Chávez votaba.
Desde la Academia Militar
El recorrido de 12 km movilizó una gigantesca multitud, al igual que el cortejo que trasladó durante siete horas el féretro del mandatario a la Academia desde el Hospital Militar, donde falleció el martes 5 de marzo, pocos días después de regresar de La Habana.
En el exterior de la Academia, a los costados del Paseo de los Próceres, filas de cadetes también rindieron un saludo militar al paso del cortejo fúnebre.
Entre los cientos de seguidores que llegaron a la Academia para acompañar la partida de la carroza fúnebre, Lorenzo Acosta, un odontólogo de 56 años, levantó un cuadro grande con los rostros pintados de Chávez, el libertador Simón Bolívar y Cristo.
«Son los tres majaderos (rebeldes) de la historia. Vine a rendirle honores al presidente y a su legado, para mí es excelente que hoy lo trasladen al Cuartel de la Montaña, es un buen sitio para que se quede mientras lo llevan al Panteón», declaró a la AFP.
AFP