Así se escuchó decir a numerosos seguidores del difunto primer mandatario que asistieron este viernes a la Academia Militar para acompañar a los restos de Hugo Chávez, que estaban siendo movilizados al Museo Histórico de la Revolución o Cuartel de la Montaña en el 23 de Enero, donde por ahora, reposarán eternamente
La melodía del Himno Nacional sonó, los gritos de consignas y los murmullos melancólicos que abrumaban al lugar cesaron. Un silencio cargado de atención reinó, sólo quebrantado por los latigazos de la inmensa bandera que ondeaba a media hasta frente a la Academia Militar, el sonido del viento al pasar por las altas palmeras y el rugir de algunas motos de acompañarían al cortejo fúnebre.
Hasta que salió. El féretro del fallecido presidente Hugo Chávez se detuvo unos minutos frente a la edificación donde permaneció en capilla ardiente durante 10 días, recibiendo los honores de la Fuerza Armada Nacional y sus familiares, para luego ser introducido a una carroza de vidrio, desde donde sus seguidores podrían verlo en una especie de desfile por el Fuerte Tiuna.
Una vez que el cortejo inició, comenzó la algarabía. Detrás de las barreras, lágrimas solitarias se deslizaban por los rostros de las mujeres, flores volaban por los aires hasta aterrizar en el techo del coche fúnebre, mientras que otros agitaban sus pancartas y entonaban a todo gañote populares cánticos como forma de decirle adiós a “su comandante”.
“La lucha sigue”
“Chávez no murió, Chávez vive en el pueblo y en la canción que canto yo”, entonaba alegremente una joven desde su pedacito de barrera. Y es que los sentimientos de los asistentes eran diversos y variables, puesto que aunque la mayoría concordó en este enfrentando una “inmensa pena”, algunos celebraban el legado que les dejó su líder y prometían hacerlo cumplir.
Tal es el caso de Nazareth Acosta, que no ocultaba la tristeza que embargaba sus ojos, pero hablaba con una resignación digna de quien ha perdido recientemente un familiar. “Qué vamos a hacer, aceptar la voluntad de dios. Ahora toca velar para que la lucha siga y así sus proyectos continúen ayudando a tantos venezolanos”.
Otros, enumeraban los beneficios que habían obtenido durante los 14 años en los que Chávez se mantuvo a la cabeza del Estado, asegurando que por primera vez, los pobres habían sido considerados y tomados en cuenta por un Gobierno.
“Yo viví por 11 años en la habitación de un hotel con mi mujer y niña que sufre una discapacidad, hasta que hace cinco años mi comandante me dio un apartamento en Cacique Tiuna, ahora vivo con dignidad. Además trabajó en Supra Caracas gracias a él, que vio en mi a alguien con la intención de trabajar y que sólo le faltaba una oportunidad”, señaló con fervor, Luís Ramón González.
“Amor con amor…”
Tras pasar el cortejo fúnebre, las personas de forma graneada se dirigían hacia las adyacencias de la autopista -fuertemente custodiada por efectivos castrenses y policías- para aguardar a que el cortejo fúnebre llegara al lugar, y así seguirlo todo el recorrido hasta el Museo Histórico de la Revolución o Cuartel de la Montaña, donde por ahora, reposará el cuerpo del Presidente.
Así fue como una marea roja colmó la autopista Valle-Coche y la avenida Sucre de Catia, donde hombres y mujeres de todas las edades acompañaban con un pasión casi religiosa la urna de quien aseguraron fue y que seguirá siendo “su máximo líder”.
“Amor con amor se paga, como bien los dijo muchas veces el comandante… Y este pueblo que lo acompaña hoy le está pagando y así seguirá. Hasta siempre Chávez”, destacó González.
“Se multiplicó”
Entre la multitud que acudió a las instalaciones del Fuerte Tiuna, para decir adiós al fallecido presidente Hugo Chávez, en ocasiones, se vociferaban al unísono la consigna “Chávez no murió, se multiplicó”, y unos cuantos prometían levantando las manos hacia el cielo que “jamás olvidarían al líder de Venezuela”.
“Hugo Chávez no fue sólo un hombre, él esta en la sonrisa de aquella niñita que está creciendo en su casa digna, en ese abuelo que sabe que podrá ser atendido rápidamente en un Barrio Adentro y en ese joven que agradece la oportunidad de ingresar a una universidad. Él no murió, no. Porque nunca muere quien deja una huella tan grande en el corazón de muchos”, expresó Ofelia Betancourt.
Mientras que Álvaro Fermín completó el mensaje diciendo: “Y así sea con nuestra propia vida, lucharemos para que su legado prevalezca”.
Anabel Barrios Díaz | abarrios@diariolavoz.net