En Afganistán, secundada por su hijo y su amante, Shirin Gul, acabó con la vida de 27 inocentes conductores para luego vender los vehículos que estos hombres usaban para trabajar
Shirin Gul, su amante Rahmatullah y su hijo de 18 años, Samiullah vivían en Kabul, la capital y ciudad más grande Afganistán, pero, al parecer, no tenían vehículo, pues cuando salían de compras y a realizar diligencias y trámites cotidianos, solían tomar un taxi para regresar a su hogar.
Generalmente, durante el trayecto en el taxi, trataban de entablar una amena conversación con el chofer del automóvil. Una vez que el conductor del taxi los llevaba hasta su casa, la particular familia hacía gala de su hospitalidad e invitaba al inocente sujeto a pasar para que descasara un poco, a la vez que le ofrecían té y kebabs.
Kebab en los países árabes, Irán, la India, Afganistán y Pakistán, significa carne a la parrilla. Normalmente, el kebab se hace con cordero y ternera, también el pollo y el pescado pueden ser empleados en algunas variantes y generalmente, se acompaña con tomates a la parrilla y arroz. Hoy en día, el kebab no sólo se consume casi a diario en los hogares de estos países, sino que también se ha convertido en la comida rápida número uno en ventas en esa región.
Dada la popularidad del kebab, era normal que un agotado taxista del Afganistán urbano aceptara una invitación a comer este platillo, lo que no era nada normal era que la comida estaba salpimentada con barbitúricos que acababan de inmediato con la vida de los comensales, al ser envenenados. El postre era el estrangulamiento con una cuerda y el posterior viaje, ya cadáveres, al jardín de esta vivienda que escondía macabras historias.
Finalizada la labor de enterrar al pobre taxista, la pareja hacía el trabajo comercial que era más limpio, pero no menos ilegal. Con la mayor velocidad posible, iban a vender el taxi a una ciudad fronteriza con Pakistán. Solían obtener por la transacción la jugosa suma de 10 mil dólares americanos.
Con este macabro método y logrando hacerse de una buena cantidad de dinero, Shirin y su amante, asesinaron a 27 hombres. Lamentablemente, todos fueron engañados de la misma forma y llevados al mismo “matadero”.
Al descubierto
Esta fue la siniestra rutina de Shirin Gul, su amante Rahmatullah y su hijo Samiullah por varios años, hasta que desapareció Haji Mohammed Anwar, un conocido hombre de negocios de unos 60 años de edad y que había hablado con su primo cuando se dirigía a casa de la extraña familia, pues pensaba comprarles una propiedad.
Sin embargo, el inversionista nunca regresó del hogar de Shirin, por lo que los familiares de Haji Mohammed Anwar, al percatarse de que no volvía de la cita de negocios, acudieron a la policía. Tras los inicios de las pesquisas y después de dos días de búsqueda, apareció su cuerpo. Los investigadores hallaron la ropa y los zapatos del fallecido en el fatídico hogar de Shirin Gul, ubicado en Kabul, quien no pronunció ni una sola palabra tras el hallazgo y contemplaba inmóvil las labores policiales.
Los agentes siguieron buscando dentro y en los alrededores del funesto hogar y encontraron seis cadáveres que estaban enterrados a un metro y medio de la superficie. Sin embargo, esto no fue suficiente, pues a los policías les esperaban aún más sorpresas en la vivienda de Jalalabad, en la que la familia había residido tiempo atrás: 18 cuerpos sin vida, entre los que estaba el del marido de Shirin, Mohammed Azam.
Shirin, quien pasó a ser conocida como “La Asesina del Kebab”, fue capaz de negarlo todo, a pesar de las evidencias encontradas en ambas casas. En realidad, lo que hizo fue reconocer que sabía que había cuerpos enterrados en el jardín, pero juró que desconocía cómo habían llegado hasta allí. También confesó que su amante, Rahmatullah, había matado a su marido, Azam Mohammed y que ella estaba de acuerdo, porque la había maltratado hasta el día de su muerte.
Los investigadores creen que el propio Mohammed formaba parte del grupo criminal hasta que comenzó el romance entre su esposa y Rahmatullah, por lo que decidieron liquidaron. Tras su muerte, se fueron a vivir a Kabul dejando en el anterior domicilio su peculiar plantación de cadáveres.
Rahmatullah ya había sido condenado a 17 años de cárcel por la muerte de otro hombre, cuyo cadáver apareció en Logar, sin embargo, había logrado escapar de la justicia. Durante el interrogatorio, Shirin Gil reconoció que su amante estaba involucrado con una banda que asesinaba taxistas, pero que ella nunca lo había visto matar a ninguno y que ella tampoco lo había hecho.
El fiscal jefe de Afganistán solicitó la pena de muerte para toda la familia y dada la cantidad y naturaleza de los homicidios, fueron ciertamente sentenciados a la pena máxima.
Negocio mortal
El móvil principal de los asesinatos de Shirin Gul, su amante y su hijo, descubiertos en el 2004, parece haber sido el dinero, pues no se hallaron, en ninguno de los cuerpos, rastros de torturas, violaciones o muestras de sadismo. Según los investigadores, la mujer se dedicaba a coleccionar joyas y zapatos con las ganancias obtenidas gracias a su mortal negocio.
Edda Pujadas