Si estás con alguien que tiene una adicción, ya sea a las drogas o al alcohol, no pienses que por amor esa persona cambiará y dejará esa adicción
“Cuando ella se demoraba en cualquier actividad y, por falta de tiempo, no lo llamaba, enloquecía hasta perder control. Desafortunadamente, eso era la norma en vez de la excepción”
Por lo general, cuando somos víctimas una relación destructiva en vez de enfrentar esa realidad lo más pronto posible y poner fin al vínculo que nos afecta negativamente, esperamos que se cumpla la sentencia de que el maltrato que nos devengaron no volverá a ocurrir, pero más bien las agresiones de cualquier tipo, ya sean verbales, psicológicas y físicas, aumentan mientras la seguridad emocional y hasta la propia vida peligran.
Asimismo, por lo general, en las pasiones destructivas el alcohol y/o las drogas se hacen presentes, porque como el agresor o la agresora ingiere sustancias que alteran su estado de ánimo comete actos de violencia hacia la pareja que, lamentablemente, termina adoptando una actitud pasiva tanto de sumisión como de dependencia y cae así en un círculo vicioso de maltrato- reconciliación, del cual, para salir, necesitará ayuda.
1. Norma en vez de la excepción
Un domingo en la mañana, Alberta se preguntaba por qué seguía al lado de Jaime. Todo parecía negro. Un profundo dolor la asfixiaba como también una imponente rabia la embargaba. Entre lágrimas, se reprochaba el tiempo perdido, al lado de quien, en los ratos compartidos, le había ocasionado más amarguras que alegrías, y que curiosamente ella se había acostumbrado tanto a esa situación que había terminado por aceptarla hasta verla como natural poniendo así su integridad física en peligro.
Era Alberta víctima de una relación destructiva, en que las crisis se repiten de manera continúa sin que se vislumbre una solución definitiva. Conoció a Jaime en una fiesta a la que asistió por casualidad. A los tres meses ya estaban viviendo un romance apasionado que, luego, se transformó en un tormentoso vínculo cuando se casaron.
Al principio, fue una relación bonita como todas las demás en sus primeros días. Después, Alberta empezó a darse cuenta de que su amado tenía reacciones injustificadas, pues perdía la razón si lo contradecían. Por ejemplo, ella salía del trabajo agotada, como a las 6:00 de la tarde, y deseaba llegar a su casa para descansar; entonces, a él se le antojaba salir a pasear. Al decirle Alberta que no, él armaba tremendo alboroto que duraba un par de horas en que de tanto discutir terminaba tan exhausta que ya no tenía fuerzas ni ánimo.
De igual manera, si Alberta invitaba a Jaime a algún evento de la compañía en que trabajaba; se molestaba cuando alguien del sexo opuesto se le acercaba para conversar así fuese de asuntos laborales. En cambio, si no lo llevaba, se armaba Troya. Cuando ella se demoraba en cualquier actividad y, por falta de tiempo, no lo llamaba, enloquecía hasta perder control. Desafortunadamente, eso era la norma en vez de la excepción.
2. Un círculo vicioso
Discutían por varias horas hasta que, después; cansados, se contentaban. Ya llevaban cuatro años juntos, pero la paciencia, como el amor, a Alberta se le estaba agotando. Había perdido la cuenta de las veces que había jurado que lo dejaría definitivamente. Justo ahí, Jaime venía manso como una ovejita, le perdía perdón y le decía que todo va a ser diferente. Eso no volverá a pasar, repetía, con voz de arrepentimiento.
Como amaba a Jaime, Alberta creía en sus palabras de arrepentimiento y lo perdonaba. No obstante, ese domingo, en la mañana, al rato de haberse levantado, se preguntaba sí sería capaz de pasar el resto de su vida con él. No hubo una respuesta, sino que un extraño sentimiento de incertidumbre la embargó. Su instinto de preservación le alertaba que estaba en peligro. Esto le había pasado en varias ocasiones. Sin embargo, el amor que sentía por él salía a flor de piel haciéndola sorda e inmune a cualquier señal que su sexto sentido le enviara.
3. Curada de un sentimiento malsano
A pesar de lo mucho que había llegado a amar a Jaime, ese domingo, en la mañana, algo extraño, pero muy bueno pasaba con Alberta. De repente, a pesar de la depresión que la embargaba, una especie de valentía se asomaba.
Ya Jaime había llegado demasiado lejos, se decía de manera reiterada. Se preguntaba Alberta: ¿Cuántas veces ella había creído en sus palabras de arrepentimiento y en sus promesas de que los insultos no se repetirían? Sin embargo, él volvía a lo mismo, a las agresiones que la lastimaban, en su afán de controlarla.
La noche anterior, después de ingerir alcohol hasta la saciedad, Jaime discutió con Alberta por horas esa noche que se hizo eterna. Sus palabras habían sido tan hirientes y ofensivas que ella jamás las sacaría de su mente. Las frases obscenas fueron acompañadas de manotazos y empujones que le dejaron grandes moretones en los brazos.
Esa mañana, como Jaime no estaba en casa, Alberta esperó a que él regresara. Se sentó frente a él. Sin miedo, lo miró fijamente a los ojos y le dijo: Quiero el divorcio. Primero, él la insultó tal como acostumbraba. Luego, cuando la vio tan segura de sí misma, sintió tanto temor que sudó frío. Seguidamente, fue bajando el tono hasta suplicar, pero curiosamente, ese domingo, las palabras de él no tenían ningún efecto en ella, pues era capaz de verlo y de no sentir amor.
Alberta estaba entonces curada de un sentimiento malsano, que la había llevado a soportar tantos maltratos que había pisoteado su dignidad de mujer, por sentir un amor que en vez de darle felicidad la llenaba de angustias y tristezas. Ahora, ella entendía que esa relación era destructiva porque Jaime tenía un comportamiento destructivo.
Reconociendo a una pareja destructiva
*** Si estás con alguien que tiene una adicción, ya sea a las drogas o al alcohol, no pienses que por amor esa persona cambiará y dejará esa adicción.
*** De igual modo, si esa pareja es cariñosa contigo pero agresiva con los demás, no especules que tú siempre serás la excepción. Más temprano que tarde, terminará por agredirte de algún modo.
*** Por último, si en la etapa del cortejo, de manera injustificada, muestra celos incontrolables hasta lastimarte de cualquier manera, todo indica que la relación con ese prospecto no será sana.
La voz de la mujer
Isabel Rivero De Armas