En el primer discurso que pronuncia ante el cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, el Pontífice no habló de guerras ni conflictos e invitó a luchar contra todas las pobrezas que afligen al planeta.
El papa Francisco anunció este viernes que la prioridad de su pontificado será luchar contra la pobreza «tanto material como espiritual», y prometió tender «puentes» con el islam y los no creyentes, recordando que -como hijo de emigrantes italianos- ha defendido el «diálogo entre lugares y culturas distantes».
En el primer discurso que pronuncia ante el cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, Francisco no habló de guerras ni conflictos e invitó a luchar contra todas las pobrezas que afligen al planeta. «La lucha contra la pobreza tanto material como espiritual: edificar la paz y construir puentes. Son los puntos de referencia de un camino al cual quisiera invitar a participar a cada uno de los países que representan», dijo .
A los embajadores y representantes de 180 países y organizaciones reunidos en la Sala Regia del palacio apostólico, el Papa se dirigió en italiano, y no en francés como era tradición, rompiendo una de las viejas reglas del protocolo del Vaticano. Igualmente habló desde un sillón beige y rechazó emplear el imponente trono de madera tallada que otros pontífices solían emplear para esas audiencias, respetando el estilo sencillo que ha querido dar a su papado desde su elección el pasado 13 de marzo.
En su breve discurso, el primer Papa latinoamericano de la historia recordó también las razones por las que escogió su nombre como pontífice y citó en tres ocasiones al italiano San Francisco de Asís, el santo de los pobres.
«Como saben, son varios los motivos por los que elegí mi nombre pensando en Francisco de Asís, una personalidad que es bien conocida más allá de los confines de Italia y de Europa, y también entre quienes no profesan la fe católica. Uno de los primeros es el amor que Francisco tenía por los pobres. ¡Cuántos pobres hay todavía en el mundo! ¡Y cuánto sufrimiento afrontan estas personas! «, lamentó el Papa al referirse a los huérfanos, enfermos, marginados.
Con un lenguaje claro y sencillo, Francisco habló de la «otra pobreza», a la que llamó «la pobreza espiritual de nuestros días, que afecta gravemente a los países considerados más ricos», recalcó.
«Es lo que mi Predecesor, el querido y venerado papa Benedicto XVI, llama la ‘dictadura del relativismo’, que deja a cada uno como medida de sí mismo y pone en peligro la convivencia entre los hombres», explicó. La condena a la dictadura del relativismo fue el hilo conductor del papado del papa emérito Benedicto XVI, con el que Francisco se reunirá por primera vez el sábado en Catelgandolfo, a 25 kilómetros de Roma, un encuentro inédito entre dos pontífices de sotana blanca.
Aludiendo a su vida personal, el papa argentino explicó que justamente sus orígenes, como hijo de inmigrantes italianos, lo «impulsan a trabajar para construir puentes». «No se pueden construir puentes entre los hombres olvidándose de Dios. Pero también es cierto lo contrario: no se pueden vivir auténticas relaciones con Dios ignorando a los demás», advirtió.
En su saludo a los embajadores y diplomáticos de casi todo el mundo, entre ellos representantes de Arabia Saudita y Afganistán, países con los que la Santa Sede no mantiene relaciones diplomáticas, el Papa argentino anunció que va a «intensificar el diálogo entre las distintas religiones, creo que en primer lugar con el Islam», recalcó. «He apreciado mucho la presencia, durante la Misa de inicio de mi ministerio, de tantas autoridades civiles y religiosas del mundo islámico», subrayó Francisco.
Las difíciles relaciones con el mundo islámico ensombrecieron los ocho años de pontificado de Benedicto XVI y el Vaticano recibió con satisfacción el mensaje de felicitaciones del imán Ahmed Al-Tayyeb, de la universidad egipcia de Al Azhar, enviado con ocasión de la inauguración del pontificado de Francisco.
«También es importante intensificar la relación con los no creyentes, para que nunca prevalezcan las diferencias que separan y laceran, sino que, no obstante la diversidad, predomine el deseo de construir lazos verdaderos de amistad entre todos los pueblos», dijo el Papa argentino.
Desde su elección hace nueve días, el papa se ha referido en varias ocasiones a la relación con los no creyentes, con los que no pertenecen a ninguna iglesia, a quienes invitó a ser «aliados» para la defensa de la justicia, la paz y el medio ambiente y no quiso impartir a los 5.000 periodistas que cubrieron su elección la bendición con la mano como gesto de respeto por aquellos laicos o de otras religiones. Un estilo diferente con el que quiere marcar el pontificado del primer jefe de la Iglesia del Nuevo Mundo.
El Papa «cartonero»
El moreno bajo y fornido que el mundo pudo ver con cierto asombro al lado de Jorge Bergoglio en su asunción el martes está de nuevo en Argentina trabajando 16 horas por día con la basura en la calle, tras bautizar a Francisco «el Papa cartonero».
Vestido con su modestísimo atuendo de trabajador del cartoneo, o mejor dicho (con cierta elegancia), reciclador o recuperador de desechos, Sergio Sánchez dejó atrás la pompa y el boato de un viaje de ensueño al Vaticano, para trajinar otra vez el asfalto.
«Estamos felices con nuestro Papa ‘cartonero’. Él siempre estuvo con nosotros en las misas predicando contra el trabajo esclavo, contra la trata sexual y en favor de los pobres», afirma a la AFP Sánchez, nacido en Mar del Plata (sur) hace 49 años.
Encargado de coordinar a los miembros de la Cooperativa el Amanecer de los Cartoneros, con más de 3.000 hombres y mujeres en Buenos Aires, dice que Bergoglio los invitó a la inauguración del pontificado por una relación de tantos años.
«Me conocía bien. Por eso me tocó ir al Vaticano. Pero podía ir cualquiera de nosotros. A José (del Corral, un humilde maestro de escuela) y a mi nos besó y abrazó. Y nos dijo: ‘¡Sigan adelante con su lucha!», narra su experiencia en la Santa Sede.
Del Corral es otro viejo conocido de Bergoglio que ocupó con Sánchez un lugar de honor en las ceremonias, a menos de 5 metros del Santo Padre, cuando los dignatarios de todo el mundo se ubicaban a mayor distancia.
Kelly Velásquez / AFP