Cesáreo José Espinal Vásquez
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Existe un dicho para referirse a la mala conducta de jóvenes, que “árbol que nace torcido nunca su tronco endereza”. Esta frase no puede aceptarse en forma absoluta, es decir, sin remedio. Los árboles como las personas, muchachos y muchachas se les pueden enderezar sus troncos y salvar las cosechas.
Esas horquetas para los jóvenes son consejos, orientaciones e instrucciones cívica fundamentalmente necesarias y preferiblemente antes de cumplir los doce años de edad. En la religión hebrea en el Bar Mitzvah, o sea la comunión de los niños de esa edad, asumen a partir de ese acto la responsabilidad de sus propios pecados en lo moral, social y ante Dios y sus padres quedan liberados de los pecados que pudieran cometer sus hijos, por eso, siempre están atentos de sus conductas.
Las horquetas de buenas conductas tanto en lo personal, familiar y social está en la instrucción para sembrar buenos ciudadanos que es más importante que educar para doctos o sembrar el petróleo. Este grave problema lo estamos viviendo en nuestro país, donde se ha perdido la instrucción ciudadana. Instruir es recibir concejos, buenos modales, ser buenos ciudadanos en su concepto más amplio; educar, es cumplir con pensum escolar. Aún cuando pueda considerarse que el Manual de Urbanidad y Buenas Maneras del maestro Manuel Antonio Carreño, sea obsoleto y conservador, no es menos cierto que sus consejos y lineamientos son importantísimos para la convivencia social y la conducta personal por lo que debería pensarse en un Ministerio o Instituto de Instrucción Pública y asimismo, volver a las escuelas de artes y oficios.
La instrucción pública conlleva la formación de gente en el mejor sentido de la palabra debido a que el concepto de gente engloba pobres y ricos, ya que no solo en las zonas marginales y empobrecidas se forman malandros.
Hoy, estamos viendo como el Papa Francisco, sin romper abruptamente con formalismos conservadores, está dando ejemplos de instrucción pública, de amistad y de convivencia con actitudes de renovación para todos los estratos sociales y religiosos.
Las doctrinas políticas, sociales y económicas que están revolviendo la tranquilidad y la paz de la sociedad, por un lado el extremismo del socialismo marxista y por el otro, el extremismo del capitalismo salvaje, a pesar de todo, tienen un punto de coincidencia en la instrucción pública. Si la socialcracia y la democracia tienen un mismo objetivo, la de proporcionar felicidad social, deben deslastrarse de la revolución permanente y del capitalismo neo-liberal, creando vasos comunicantes de conciliación y estaremos sin lugar a dudas en presencia de
“ la nueva alianza del siglo 21”, para una sociedad justa. Volvamos a Carreño.