El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, culminó en Jordania un viaje de cuatro días por Medio Oriente. Antes de marcharse de Ammán, donde ha dejado constancia del apoyo estadounidense a su tradicional aliado árabe.
Obama no quiso partir de Jordania, adonde llegó ayer por la tarde, sin hacer hoy una visita turística al monumental complejo arquitectónico de Petra, creado hace 2.000 años por los nabateos y declarado en 2007 una de las «Nuevas siete maravillas del mundo”.
El analista jordano Fahd Jeitan, columnista del diario Al Gad, explicó que, aparte del anuncio de Obama de un paquete de ayuda a Jordania de 200 millones de dólares para asistir a los refugiados sirios y el apoyo a las reformas dentro del país, «no se esperaba nada excepcional de su visita».
De hecho, para el Gobierno jordano, el principal resultado del viaje ha sido el anuncio de esa ayuda para poder afrontar los desafíos que supone acoger a más de 460.000 refugiados sirios, que suponen el 10 % de la población de la población de Jordania, y que podrían duplicarse a finales de este año.
Aun así, en el reino hashemí, no había grandes expectativas sobre la visita de Obama a Medio Oriente, que le ha llevado también a Israel y Palestina, ya que no se esperaba ningún avance importante respecto al conflicto palestino-israelí ni ningún cambio respecto a la política estadounidense en Siria.
Pese al regreso de Obama a Estados Unidos esta tarde, el secretario de Estado de EE. UU., John Kerry, se ha quedado en la región para hacer un seguimiento de los esfuerzos de palestinos e israelíes para volver a las conversaciones.
Kerry se entrevistó hoy con su colega jordano, Naser Yudeh, con quien estudió las perspectivas de retomar «negociaciones serias y efectivas entre palestinos e israelíes que conduzcan al cumplimiento de la visión de dos Estados, con la creación de uno palestino independiente con las fronteras de 1967», según un comunicado oficial.