El jardinero venezolano tiene tatuada la palabra “faith” en uno de sus brazos. Y no sólo es un tatuaje, es una filosofía de vida, revela un reportaje de ESPN
En su brazo izquierdo, el mismo del que lanza misiles desde los jardines, Carlos González tiene tatuada la palabra «faith», que en español significa fe.
El guardabosque y figura de los Rockies es un ferviente creyente religioso. Es por ello que desde que llegó a Grandes Ligas, en el 2008, no ha dejado de portar en el bolsillo izquierdo de su pantalón la estampita de la Virgen de Chiquinquirá, patrona de los zulianos, gentilicio que en Venezuela se le da a las personas que como Carlos nacieron en el estado Zulia.
Esa misma vocación cristiana fue la que lo llevó a aferrarse y a envolverse en su fe, cuando al principio de la campaña del 2009, su primera con la organización de Colorado, no estuvo rindiendo de acuerdo a su etiqueta de súper prospecto. Para no perderse ni desviarse del camino de la luz ante tantas sombras, González decidió marcar su piel y tatuarse con letras cursivas: «Faith».
«Estaba viviendo un momento difícil al principio de temporada y nunca perdí la fe, porque sabía que en cualquier momento las cosas iban a cambiar. En ese momento tenía una promesa, porque todavía no había hecho buenos números en las Grandes Ligas, aunque venía de ser prospecto y de poner buenos números en ligas menores. Pero nunca perdí la fe y siempre tenía esa palabra en la mente. Fíjate dónde estoy hoy en día», dijo González.
Hoy esa fe en la que se refugia el venezolano, además de darle fortaleza física, mental y espiritual, se ha combinado con su talento y juntos lo han llevado a destacarse como una de las máxima figuras de los Rockies y como uno de los jugadores más completos de Grandes Ligas.
Pero toda esa parte espiritual y natural ha tenido también su complemento terrenal, en el trabajo y la dedicación que González ha tenido en su carrera, con su profesión, y que lo tiene ahorita terminando de hacer unos ajustes en el Salt River Field, de Scottsdale, Arizona, para comenzar su sexta temporada en las mayores.
Fuera de ritmo
El jardinero, quien representó a la selección de su país en el recién culminado Clásico Mundial de Beisbol, intenta alcanzar ese ritmo que necesita en su juego para iniciar de buena forma la campaña. Eso, sin embargo, no se le ha hecho fácil.
«Me sacó un poco de ritmo ir al Clásico, porque nosotros aquí tenemos nuestra rutina. Soy una persona a la que le gusta tener su rutina. Desde que abro los ojos sé lo que voy a hacer y en el clásico fue una experiencia diferente, porque las facilidades no nos ayudaban para poder hacer nuestras rutinas y me salí un poco del plan del trabajo. Pero no me arrepiento por haber ido, porque la pasé muy bien, es algo increíble poder representar a mi país y ponerme la camiseta», dijo el venezolano, luego de finalizar su temprana práctica de bateo en el complejo primaveral de los Rockies.
Quiere estar sana
La estrella de la novena de Colorado ha tenido múltiples inconvenientes físicos en las últimas dos campañas, luego de haber ganado el título de bateo (.336) en el 2010. Esos problemas, aunque mermaron su producción, no lo inhabilitaron para exhibir la calidad que posee, de ahí que en el lapso del 2011-2012 todavía haya generado registros auspiciosos: 58 dobles, ocho triples, 48 jonrones, 177 carreras remolcadas, 40 bases robadas, .299 de promedio al bate, .368 de porcentaje de embasado, .518 de slugging y .885 de OPS.
Sin embargo, él sabe que de haber estado sano hubiera podido aportar más y lograr mejores números, por eso para esta temporada, una vez más, lo único que pide es mantenerse alejado de lesiones para así poder desarrollar todo su juego y poner en práctica el trabajo realizado durante el invierno, en ese proceso de preparación física que tuvo.
Entrenamiento y familia
“Estoy trabajando en la parte de la velocidad, porque es la parte más difícil para mí, en la que me tengo que esforzar más para seguir mejorando con mis piernas», expresó González. «En la temporada muerta trabajé muchísimo en eso. Traté de esforzarme en fortalecer la parte de abajo de mi cuerpo, para así robar más bases y tratar de ser un jugador más completo y al final del día ayudar al equipo, porque yo sé que las oportunidades van a estar al frente de mí y no todas las veces se va a hacer el trabajo, pero para eso nos estamos preparando, para tener más cosas positivas que negativas al final de la temporada. Ojalá y sea una temporada sólida».
Fortalecer sus piernas y trabajar en su físico en general no fue lo único en lo que el venezolano gastó la mayor parte de su tiempo durante el receso entre temporada, ya que también dio un paso importante en su vida personal.
El 20 de octubre, en Orlando, Florida, González se casó con la venezolana Indonesia Riera, con la que tiene un hijo, Sebastián.
«Me siento bastante contento con la familia que estoy formando, con mi esposa, con mi hijo. Ahora es una cosa totalmente diferente a lo que era antes, porque ahora tengo muchísimas responsabilidades. Espero que esta unión de mi familia sea un motivo más para seguir trabajando y seguir luchando por esas personas que dependen de mí y que también me apoyan en un cien por ciento», expresó González.